...toma tres tazas.
Eso es algo que siempre decía mi abuela, que dice mi madre y que me descubro diciendo yo también de vez en cuando.
Resulta que os hablé hace días de uno de mis alumnos y de su problemática. Y no, no ha mejorado, para nada. Esto se va a ir complicando a medida que avance el curso. Eso o una expulsión detrás de otras. Pero son alumnos menores de dieciséis, y tienen derecho a la educación, y obligación de asistir a clase. Así que es un problema de difícil solución.
Hoy os cuento, muy brevemente, que en la misma clase tengo un caso peor. Un alumno con la inteligencia, al menos por lo que parece, normal, y que es un mal bicho.
Pocas veces, muy pocas, he pensado que un alumno fuera malo, que fuera mala persona. Creo que todos somos fruto de nuestras circunstancias y que a veces actuamos movidos por determinados factores que los demás puede que no entiendan pero maldad, maldad así sin más, me resulta difícil verla en chicos tan jóvenes.
Pues tengo que decir que este chico, por lo que le conozco hasta ahora, y ya va siendo demasiado, es malo, actúa con maldad y con la intención de reírse de los demás, de quedar por encima de ellos. Y si el otro es un profesor, tanto mejor.
Sus calificativos hacia sus compañeros siempre son despectivos, o directamente insultos. Y su expresión en clase es de perdonarte la vida. Desde el primer día ha estado tirando de la cuerda conmigo, y con todos. No saca nada de la mochila. Yo soy muy suave normalmente, y eso le fastidica porque le saca de su terreno:
- Por favor, puedes sacar los apuntes y el cuaderno...
- Ah, sí, coño, joder, mecaguentaputa.
Siempre así, pero mirándote como provocando. Así que sigo mi táctica de siempre. No le dejo decir tacos en clase, como a nadie, y si los dice le llamo la atención, también muy bajito y suave, nunca me pongo a su nivel.
El otro día su tutor se cogió un par de días libres porque operaban a su mujer de un cáncer de pecho. El hombre se lo dijo con toda la inocencia del mundo a su clase. Y este empezó a soltar barbaridades por esa boquita que no voy a reproducir. Pero empezó por:
qué quieres, un pin, una chapa... por mí ojalá que no vuelvas, viejo. O sea que ella tiene un cáncer de esos y el que estás calvo eres tú. Y la cosa fue subiendo de tono que no os lo podéis imaginar.
El hombre se marchó sin tomar ninguna medida contra él (bastante tenía con sus cosas) pero los chicos me lo contaron la hora siguiente. Y le dije que era un sinvergüenza y una mala persona. Obré mal, lo sé. No podemos pedir a los chicos que no insulten y hacerlo nosotros como profesores, pero en ese momento solo me faltó llorar, porque mi compañero llevaba diez días llorando por las esquinas, literalmente, y no se merecía lo que este chico le dijo. Nadie se merece nada parecido.
El caso es que se ha quejado de mí. La jefe de estudios le ha dicho que su actitud, lo que llevamos viendo de él desde que le conocemos, nos hace pensar a todos que sí es un sinvergüenza, algo que ¡ojo!, él acepta sin despeinarse. Pero que le haya llamado mala persona le parece fatal porque no le conozco.
Total que las cosas se han puesto mucho peor de lo que estaban, y la cuerda sigue tensándose.
(sé que me lo vais a preguntar: qué medidas se han tomado con este acto? Está en proceso. Yo propuse que, al ser ya su tercera falta grave, optásemos por un expediente disciplinario y una expulsión. Pero de momento no ha pasado nada, y alargar los procesos es algo que se nos da tan bien que cuando llegan las medidas uno no sabe ya ni por qué se tomaron)
Ahora ha decidido no hacer nada de nada. Ni siquiera disimular. Así que les digo que tienen examen. Les doy las preguntas. Las hacemos en clase, repasamos, les dejo tiempo para estudiar y luego al día siguiente deja el examen en blanco.
Por tanto, y hasta nuevo aviso, les repito el examen, el mismo examen, todos los días a la hora del recreo hasta que tengan a bien estudiarlo y escribirlo en la hoja de examen. Entonces podrán salir. El susodicho dice que me quedaré sin recreo hasta junio. Le contesté que no había problema, que era él el que se iba a quedar sin recreo hasta junio.
Ha vuelto a quejarse de mí. Dice que tengo derecho a suspenderle si no hace nada pero no a dejarle sin recreo, que eso no lo puedo hacer.
Sus otros dos compañeros de castigo de recreo han aprobado ya. Bueno, en realidad uno ayer aprobó y otro creo que lo hará hoy porque ayer se pasó el recreo estudiando. Y me quedará solo él, si no recula.
Por tanto, como podéis imaginar, este trimestre está siendo de lo más entretenido y me espera un curso muy difícil. Pero para eso estoy. ¿Quién dijo que iba a ser fácil?