sábado, 30 de abril de 2016

Sucedió en abril

El principal asunto que ha sucedido en abril es que por fin me he puesto a dieta. Una dieta, además, que me está manteniendo fuerte y con mejor humor (algo raro en mí, que cuando no como no hay quien me aguante) y que nunca pensé que llevaría tan bien.



Y como resultado de esta dieta, he perdido en un mes unos kilillos que me han venido muy bien. Pero eso ya os lo contaré.

Además, el mes ha sido de mucho trabajo. Por fin hicimos el proyecto que teníamos pendiente para Design for Change. Estoy preparando un vídeo con todo lo que hicimos, pero no me da la vida, a ver si esta semana...



Además, celebramos el día del libro, como siempre, con un amigo invisible entre profes, y con una obra de teatro para mis alumnos, obra que ha causado polémica, ya sabéis.

He visto:

La séptima temporada de The good wife. No entera, pero en ello estoy.


El libro de la selva.

Into the woods.

Más allá de la pizarra.

Alvin y las ardillas. Fiesta sobre ruedas.

Infinitely Polar Bear.

Kung Fu panda 3.

He leído (pero no he tenido tiempo de hablar de ello):

Como una novela de Daniel Pennac.

Un juego de niños, de Donna Tartt.

Trilogía de Nueva York, de Paul Auster.

He cocinado un montón, pero no he hecho muchas recetas así, de libro. He puesto el horno a menudo para asar verduras, y he hecho muchos guisos, pero de esos de diario. La única receta que he compartido con vosotros es esta:



Bizcocho cuatro cuartos de chocolate.

Y por lo demás, y a pesar de haber sido un mes complicado, creo que puedo decir que no ha estado mal, y que espero que el mes de mayo se me dé igual o mejor.


viernes, 29 de abril de 2016

Tocada

Ya sabéis que tengo cierta querencia a los alumnos con problemas (o los problemáticos, no sé). Por eso, quizá, hemos tenido el lío del teatro, porque los chavales que me han decepcionado llevan media vida (académica, al menos) conmigo, y no me esperaba esto, o como mínimo esperaba esa disculpa que no ha llegado.



Bueno, ya sabéis en qué ha quedado el castigo. Un montón de alumnos buenos enfadados conmigo, y los culpables que no han dado señales de arrepentimiento.

Pero no es de eso de lo que voy a hablar hoy. Voy a contaros el caso de uno de estos alumnos. Quizá sea, de este centro, el que más me ha tocado. Este, y otro. Y del otro quiero también hablar, pero será otro día.

F. es un chico muy inteligente, y muy guapo. Estará entre los cuatro o cinco chicos más guapos del instituto. Es encantador (su familia dice que es un encantador de serpientes, y supongo que yo me he dejado embaucar). El año pasado vino nuevo al centro, expulsado del anterior por mal comportamiento. Es uno de esos chicos que está en contra del mundo.  Pero, a sus dieciséis, tenéis que escuchar su historia.



Cuando aún era un bebé, su madre apareció en el pueblo con el coche cargado hasta arriba y sus dos hijos en los asientos de atrás. Nadie sospechaba que algo fuera mal en aquel matrimonio que parecía idílico, lleno de viajes alrededor del mundo, de clubs náuticos y de vacaciones en yate. Pero las cosas no eran lo que parecían y solo se trajo lo poco que le cupo en el coche, y a sus hijos.

La madre empezó a trabajar en el negocio familiar, y a intentar sacar adelante a los niños como pudo, con mucha ayuda de sus padres. Aunque supongo que volver a casa de papá y mamá con dos niños pequeños no sería nada fácil.



Unos pocos años después, un cáncer se la llevó en un par de años, con mucho sufrimiento, y dejando atrás dos hijos de ocho y diez años. Nuestro F. es el pequeño.

Su madre nombró tutores de los niños al padre de las criaturas y a su hermana pequeña, una jovencita soltera que por entonces todavía estaba en la universidad.  Pero en la realidad fueron los abuelos quienes se hicieron cargo de los dos niños. El padre venía a buscarles para las vacaciones, para darles en verano esa vida de lujo y para comprarles lo que les apeteciera tener, siempre la mejor ropa, siempre las mejores cosas.



Fueron saliendo adelante, pero F. está peleado con el mundo. Es un chico hipersensible, que llora a menudo, que siente mucho las cosas, que apenas duerme, que tiene que medicarse e ir al psicólogo casi semanalmente y aún así nunca se siente del todo bien.

A principio de curso, en uno de los exámenes, en lugar de escribir lo que les pedía, me escribió una disertación que daba miedo. Hablaba de la falta de sentido de la vida, de lo harto que estaba de todo. Era un grito de auxilio. Tomé medidas con la familia y con el psicólogo, pero es duro irle con estas historias a unos abuelos de más de ochenta años que no están para criar adolescentes.

Hace un mes, más o menos, diagnosticaron a su padre un cáncer (sí, otro). No es que haya sido un padre modelo, pero es su padre. Y el pronóstico no es nada bueno.



Ayer se acercó a mí y me dijo que este fin de semana iba a ver a su padre. Le pregunté cómo estaba. Me miró raro. No pensaba que yo supiera lo de su padre.

- Bien, muy bien. Está harto porque está allí ingresado, y no puede fumar, pero está bien.

- Vamos, F., sabes que he hablado con tu tía, y con tu abuela.

No me mira.

- Pero se va a poner bien.

No sé qué contestarle y no le digo nada. Tan solo unos minutos antes he hablado con su familia. F. ha pasado varios días con mucha ansiedad. Esa misma noche pidió a su abuela que le llevara al médico, porque se sentía morir. No creo que este tipo de cosas sean fáciles para nadie. Pero es que mi F. lo tiene todo en contra.

jueves, 28 de abril de 2016

Esta semana

Esta semana todo me está costando un montón. Me parece que aún es jueves y que desde el lunes hasta aquí todo ha sido cuesta arriba.



Mis alumnos no han pedido perdón, así que la semana que viene se quedan sin teatro todos por culpa de unos pocos (y de su profesora, sí, lo sé, acepto mi parte de culpa y mi cabezonería).

Tengo miles de cosas pendientes, no consigo sacar adelante todo el trabajo que tendría que hacer, y además estoy preocupada por varios temas.



Finalmente es definitivo el proyecto de las Rutas con los alumnos, lo cual supone bastante trabajo; me han pedido que dé un curso de formación a otros profesores, algo que no he hecho nunca, pero que sí me apetece; tengo que finalizar un proyecto que tengo a medias y hacer la memoria, algo que me esta dando bastante pereza; tengo que preparar a unos alumnos que van a leer en un homenaje a Cervantes que se realiza dentro de un par de semanas, e ir con ellos; hay un par de cosas más pendientes... Y no estoy al cien por cien.

Además, ahora tengo que orientar, como tutora de 4º, a mis alumnos para el año que viene. Tengo bastantes claras las cosas en la mayoría de los casos, pero es difícil acertar y también que ellos acepten mi consejo.



Ayer estuve en el traumatólogo. Ya os contaré.

He mejorado el tema del sueño, pero sigo sin dormir todo lo bien que me gustaría, o quizá sea simplemente que no tengo tiempo ni para dormir.



Con todo, esta tarde grabamos dos programas para la radio, así que me toca comer fuera y volver a casa tarde. Y mi chico no ha podido cambiar su turno de tarde, con lo que los dejamos solos. No es algo que suponga un problema con la edad que tienen, pero no dejo de estar pendiente de ellos toda la tarde si están solos.



Y mañana nada más comer nos vamos al pueblo porque son las fiestas, lo cual está muy bien, porque también vienen mis sobrinitos. Pero quizá lo que más  necesito ahora es descansar, y allí no lo voy a poder hacer...

miércoles, 27 de abril de 2016

Cien razones por las que vivir 2

21. El chocolate.



22. Los veranos de la niñez, con sus días tan largos, y ese calor pegajoso.

23. In the mood for love. Su ritmo, esos planos imposibles... y por supuesto este tema.






24. Viajar.



25. La fotografía. Capturar momentos, relatos, recuerdos.


26. Una canción, la que sea, puede ser cualquier canción que me emocione en ese momento. En estos días es esta:




27. El jamón ibérico.

28. Paul Newman.



29. Mis alumnos. Todos. Siempre. Y a pesar de todo.

30. Mario Benedetti. Y este poema: Táctica y estrategia. Mejor si lo recitan mis alumnos en cuatro lenguas.

31. Las locuras cometidas y las que quedan por cometer.



32. El patinaje artístico.



33. Los días de fiesta.

34. París.



35. El olor de la tierra cuando ha llovido.



36. Lope de Vega definiendo el amor:

37. El cielo de septiembre, y esa luz.



38. Van Gogh. Todo, pero especialmente esta pintura:




39. Los domingos por la tarde. Sé que a nadie le gustan, pero a mí me parecen el momento ideal para estar tranquila en casa.


40. Las pelis de Wes Anderson.



(esto sigue)


martes, 26 de abril de 2016

Lugares que quiero visitar: Amsterdam

Si alguien me hubiera preguntado hace unos años, le habría dicho que no me interesaba demasiado esta ciudad europea.



Pero con el paso del tiempo he ido leyendo cosas sobre Amsterdam, libros y películas que sucedían allí... Y todo me ha llevado a desear visitar esta ciudad, algo que no descarto hacer este mismo año, si las circunstancias me dejan.

Y me apetecería dar una vuelta por algunos de estos lugares:

El Voldenpark.


El museo Van Gogh.



La casa de Ana Frank.


El Rijksmuseum.


Los mercados.



Las calles y los canales.


Seguro que muchos ya habéis estado. ¿Qué me recomendáis?


lunes, 25 de abril de 2016

Black Paradox

En las últimas semanas he estado preparando una lista de cómic y novelas gráficas para mis alumnos. Para ello he estado consultando en internet las más importantes, las más significativas, y de diferentes tipos y estilos.

Con esta lista pretendo que lean (esta vez la lectura es voluntaria) un género que algunos adoran pero que otros desconocen totalmente.

Y en mi búsqueda leí sobre esta novelita. Y no pude evitar comprarla. Además es muy baratita.


Título: Black Paradox
Autor: Junji Ito.

La historia parte de una página dedicada a encuentros entre personas que quieren suicidarse. En Japón, claro, que la cosa está a la orden del día. La página en cuestión se llama Black Paradox. Y los protagonistas se conocen a través de ella.



A lo largo de sus páginas, y de las diferentes historias que nos cuenta, nos va desgranando una visión de la sociedad, donde el deseo de morir tiene que ver más con el pasotismo y las pocas ganas de hacer nada que con la desesperación real, y donde, por supuesto, cualquier excusa es buena para posponer el suicidio un poco más.



Se trata de un manga de terror y lo cierto es que no me ha dado miedo (miedo, miedo, del de verdad), pero sí cierta inquietud, sobre todo a medida que la historia va avanzando.

Es un género que desconozco bastante y que quiero ir investigando. Ya os digo que no es para todo el mundo, pero no ha estado nada mal.


domingo, 24 de abril de 2016

He visto

En las últimas semanas he visto algunas pelis sola y otras con mi peque. Y quería dejarlas por aquí.


Título: Infinitely Polar Bear.
Directora: Maya Forbes.

El título de esta película es un juego de palabras con bipolar y oso polar. Me ha gustado mucho.



Título: Into the woods.
Director: Rob Marshall.

Con lo que me gustan a mí los musicales y no había visto aún este. Pero el fin de semana pasado (o hace dos, no recuerdo) lo vimos mi peque y yo y lo disfrutamos un montón. Y eso que me resultó un poco larga. Me sobra la parte final, pero estuvo entretenida.



Título: Alvin y las ardillas. Fiesta sobre ruedas.
Director: Walt Becker.

Sin comentarios. Creo que no la vi terminar. Pero es que mi peque tiene debilidad por todas las películas musicales, y más aún por estas ardillas cantarinas.


Título: Me, Earl and the Dying Girl.
Director: Alfonso Gómez-Rejón.

Me gustó mucho esta película, bastante original y con un estilo y ritmo diferente, que me recordó (lejanamente) a Juno.



Título: Más allá de la pizarra.
Director: Jeff Bleckner.

La típica película de domingo por la tarde que es entretenida, sin más, pero como va de aulas y profes, y es un tema que, no sé por qué, siempre me llama la atención, la vi. Me sorprendió ver a la prota de Revenge haciendo de profe buenísima...

¿Habéis visto alguna? ¿Me recomendáis algo?


sábado, 23 de abril de 2016

Hábitos de lectura

He visto el tag en el blog de Bettie y he tenido que copiarlo, básicamente porque no se me ocurría nada que publicar hoy, para el día del libro.

1. ¿Tienes un lugar específico para leer en tu casa?

Hay un par de lugares donde suelo leer: lo que más, en la cama. Suelo irme pronto, cuando se acuestan mis chicos y termino de preparar la comida para el día siguiente, ya estoy en la cama, así que suelo leer todas las noches. Los fines de semana, sobre todo la tarde del domingo, leo en el sofá, pero también tumbada o al menos con las piernas en alto.



2. ¿Marcapáginas o una pieza de papel al azar?

Tengo un montón de marcapáginas. Pero lo cierto es que apenas los uso. Para marcar, suelo usar cualquier cosa que tenga a mano, a veces incluso una pieza de lego (mi casa está llena). Pero tengo que decir que leo mayoritariamente en el libro electrónico, así que ya me lo marca solo y no me preocupo mucho.

3. ¿Puedes parar de leer o tienes que terminar el capítulo?

Depende mucho de lo enganchada que esté en la lectura. Si el libro me apasiona, se me pasa el tiempo y no puedo parar. Más de una vez he pasado la noche en blanco por leer, aunque tuviera que trabajar al día siguiente, pero esos libros no los encuentras todos los días. Así que lo suelo dejar en cualquier momento. Además, aprovecho a leer en ratos libres, en el trabajo, en el médico, en las esperas de mis hijos en extraescolares... Y lo tengo que dejar cuando toca.

4. ¿Comes o bebes mientras lees?

Si leo en el sofá, siempre tengo algo alrededor: un café, coca cola, o unos frutos secos... Pero como suelo leer en la cama y allí no llevo comida...



5. ¿Ves la televisión o escuchas música mientras lees?

Soy de esas personas a las que les gusta el silencio. Pero me he acostumbrado a los ruidos de fondo, a veces leo mientras ven una película, o mi chico mira las noticias, o pone música. Pero yo leería en silencio absoluto, si pudiera.

6. ¿Un libro cada vez o varios al mismo tiempo?

Siempre he tenido al costumbre de leer varios libros a la vez. De peque, cogía libros de la biblioteca del cole, de la de la parroquia y del bibliobús. Y tenía que leerlos cuanto antes para coger más. Si solo tengo un libro empezado es porque me tiene muy enganchada o porque quiero terminarlo cuanto antes por las razones que sean. Normalmente tengo tres o cuatro empezados, de distinto tipo.



7. ¿Lees en casa o en cualquier parte?

En cualquier parte. Menos en el coche, algo que me encantaría, porque viajo dos horas todos los días. Un día a la semana tengo un par de horas libres a media mañana y suelo leer un rato. A veces, sobre todo si estoy poco animada, me meto en el libro en el recreo o así porque me apetece más que las personas, luego leo, como he dicho ante, en cualquier sitio. No salgo de casa sin el libro electrónico.

8. ¿En voz alta o en tu cabeza?

Leo en mi cabeza, pero me gusta mucho leer en alto, y creo que todos deberíamos probar a hacerlo alguna vez. Yo lo hago en clase muy a menudo y la obra cobra nuevos significados.



9. ¿Alguna vez lees páginas adelantadas o te saltas algunas?

No me suelo saltar páginas. Soy una cansina, y aunque el pasaje me aburra, me lo leo. Solo me salto alguna cosa en libros que releo por trabajo. Pero a veces una novela se me hace cuesta arriba porque no soy capaz de saltarme páginas.

10. ¿Romper el lomo o dejarlo como nuevo?

Cuando leo en clase con mis alumnos, tienen la costumbre que abrir el libro, romper el lomo, forzarlo al máximo para dejarlo sobre la mesa y no tener que sujetarlo. Me duele el corazón cuando los veo. No soy capaz de dañar un libro, pero los libros pesados, o peor encuadernados, es inevitable que terminen algo "tocados" después de la lectura, sobre todo cuando los llevo a la piscina y van y vienen en el bolso durante días.

11. ¿Escribes en tus libros?

No escribo en mis libros, y antes ni siquiera subrayaba nada, pero ahora con el electrónico sí subrayo y tomo notas. Y cada vez me gusta más escribir y tomar notas mientras leo. Pero en papel no suelo hacerlo.



Eso es todo por hoy. ¡Feliz día del libro a todos!

viernes, 22 de abril de 2016

Una queja

Últimamente mis días son la mar de completos. Y el de ayer no podía ser menos.

Ayer, entre otras cosas, mis alumnos, muchos alumnos, se quejaron de mí en Jefatura de Estudios.



Se juntaron todos los cuartos y decidieron que era totalmente injusto que les hubiera dejado sin teatro a ellos, por culpa de unos pocos que se habían portado mal. Se plantearon hasta hacer huelga con tal de que yo les dejara ir al teatro hoy. Y fueron a hablar con la directora y el jefe de estudios del tema.

Después, algunos de ellos vinieron a contármelo, para que no me pareciera mal, para decir las cosas de frente y que yo supiera lo que habían hecho y sus razones.



Les escuché, algo que no he hecho en los últimos días.

Y sé que tienen razón, claro que la tienen. Porque fueron un grupito de seis u ocho los que actuaron mal. Y castigarlos a todos por eso es bastante injusto, pero les expliqué que los culpables aún no habían reconocido su culpa ni habían pedido perdón, a pesar de que se les había dado bastantes oportunidades para ello (la última fue este lunes, que les mandé escribir una instancia, y les dije que el tema era solicitar que se les levantara el castigo y para ello tenían que argumentar sus razones).




Así que mañana NO voy a llevar al teatro a los alumnos de cuarto, pero aún queda otra obra de teatro para dentro de quince días, una que teníamos prevista para ellos, como la de hoy.

No sé lo que pasará de aquí a entonces, porque me considero una persona bastante flexible, pero al salir me crucé con mi directora y me dijo que era bueno que escarmentaran un poco, y que si insisten y quiero llevarles a la próxima, que haga lo que crea conveniente, siempre que los culpables den algún paso, instigados o no por los demás, pero un paso.

¿Qué opináis? Sé que no hay en esta vida nada más injusto que el castigo colectivo, pero ellos, a pesar de todo, entienden mi enfado y mi decepción, creo. Y yo, por supuesto, los entiendo a ellos perfectamente.



Ayer salí de clase con una mezcla de rabia y orgullo. Rabia porque haya personas tan egoístas que, aún sabiendo todos quienes son, no sean capaces de dar la cara. Y orgullo porque jamás pensé que mis alumnos se pondrían en pie de guerra por no poder asistir a una obra de teatro, o a dos. Siempre creí que esas cosas les daban igual. Y creo que algo estaremos haciendo bien cuando les importa, de verdad, no poder ir al teatro.