Si tocas la viola eres un violista

Ayer, para airearme de la corrección de tanto examen, estuvimos en un concierto. Un concierto de los alumnos de la escuela de mi hijo. No actuaba él, pero le apetecía ir y a nosotros también.

Mi niño no se movió del asiento, apenas parpadeó en hora y media. Ya sabéis, la música amansa las fieras.

Así que, siguiendo con el tema, os contaré cómo va lo de su instrumento.

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Muchos ya lo habéis visto en instagram, porque su madre le graba cantando o practicando para que se vea los fallos y luego se pone en plan gallina clueca, orgullosa de su polluelo.

Le gusta, le encanta. Eso es lo principal. Lo demás es accesorio.

Pero es que, además, se le da bien, saca sonido a ese instrumento infernal casi desde el primer momento, y ha participado en todas las audiciones que se han realizado en el curso, junto con los alumnos más mayores y más experimentados.

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Su profesor le ha saltado un curso, porque dice que va muy bien.

Sus palabras textuales:

- Nunca he visto juntos tanto talento y tanto carácter.

Y es que allí lo mismo llora que protesta que se enfada, todo eso, medio sentado en las rodillas del profe, que creo que no se ha visto en otra así nunca. Eso tenemos que ir puliéndolo, porque tiene muchas inseguridades (como para no tenerlas, si eres el pringao de tu clase) y piensa que le critican y le sacan defectos, cuando la realidad es que su profe es encantador y simplemente le corrige los fallos.

La semana pasada llevó el instrumento al cole. Quería que sus compañeros vieran lo bien que lo hace.

Y yo tenía miedo. Un miedo atroz a que se metieran con él también por esto. Pero, ni corto ni perezoso, lo llevó. Eligió a un compañero para que le hiciera de atril (como en Los chicos del coro, mamá) y les tocó alguna cosilla a sus compañeros.

- Me miraban con la boca abierta, mami (atentos a la reflexión), como piensan que soy tonto, no creían que pudiera tocar un instrumento y hacerlo tan bien.

A la salida todos estaban contándoles a sus padres lo bien que lo hacía. Y las profes le felicitaron, y tuvo que ir con su viola a otras clases también a enseñar sus habilidades.

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Fue una inyección de autoestima importante, que falta le hacía.

Solo hubo alguno que, creo que después de reflexionar mucho con la almohada, al día siguiente en el patio, le llamó "violador". Vino contándolo no como algo negativo para él.

- Qué ignorantes, mamá, no saben que si tocas la viola eres un violista.