Grecia VII

Nuestro viaje estaba llegando al final.

Esa noche, en Delfos, buscamos una discoteca para que los chavales salieran. Y allí nos fuimos todos. La música era espantosa, pero lo pasamos genial. Y eso que la mitad de los profes (las dos chicas) nos fuimos a media noche y dejamos el relevo a los chicos para dormir un rato.

Pero bailamos y disfrutamos un montón, y mis chicas me enseñaron a bailar esa máquina total que bailan ahora. Y me encantó.

A la mañana siguiente, visitamos el santuario.

Ya os conté que nos gustó mucho el museo, pero no os había puesto imágenes.

En Delfos consultamos al oráculo.

Y seguimos recorrido hacia el norte.

Ese día, con tantísimo calor, no queríamos entretenernos mucho y llegar pronto al hotel, porque tenía piscina, y queríamos aprovecharla todo lo que pudiéramos.

Así que paramos a comer, y también a ver las Termópilas, o lo que queda de ellas, que es nada. No se ve nada de nada, fue una tremenda decepción para algo que los chavales esperaban con ansiedad. Simplemente Leónidas estaba allí con su lanza, y nos esperaba una bofetada de calor de muchos más de 40 grados. Nos hicimos unas fotos y nos fuimos.

Y pudimos disfrutar de ese hotel en Kalampaka, a los pies de los Meteora (veis esas rocas que hay detrás...)

Y una cena en el hotel, muy elegante, tanto que parecía una boda.

Aunque hubo alguno al que teníamos que haber dejado con Leónidas... que no se vistió precisamente para la ocasión...

Fue también una noche movida. Muchas horas de autobús hacen que duerman mucho y estén descansados por la noche. Y los alrededores de la piscina se llenaron de nuestros chicos por la noche. Fueron a un supermercado cercano y compraron bebida... En fin, el resto os lo podéis imaginar. Bueno, en realidad no creo que os lo imaginéis, sólo diré terminó con una bañera llena de guisantes, aparte de los cajones de las mesitas de noche... Una noche larga y una larga historia.