Cuando era pequeña, ir a la playa era lo mejor del mundo. Íbamos de vacaciones con mis tíos, así que éramos seis niños de edades parecidas, y la playa era el mejor sitio para jugar, hacer castillos, bañarnos...
De adolescente, se convirtió en el lugar donde mis padres me arrastraban una vez al año. Llenaba mi maleta de libros, que se me terminaban en pocos días, y después negociaba para que me compraran más en los puestos de alrededor. En aquella época leí a Corín Tellado, por ejemplo, y devoré a Ágatha Christie en ediciones de bolsillo tan malas que casi se deshacían en las manos.
Más adelante, fueron viajes de pareja, todo pasión. Bajábamos a la playa con una toalla y eso nos bastaba.
Hoy no disfruto de la playa. Y no sólo por mi problema con la arena.
Os cuento.
Lo que me gustaría:
Me gustaría levantarme prontito (soy muy madrugadora), desayunar en una terracita mirando al mar, bajar a la playa y pasear, sola o acompañada, da igual. A las 11 o así, cuando las playas empiezan a llenarse de gente, volver al hotel. Ducha y un libro a la sombra.
La cruda realidad:
Me despierto pronto, siempre lo hago. Espero por el resto de la familia. Mi hijo mayor madruga y desayuna conmigo. Los otros siguen durmiendo. Bajamos a por el periódico, una revista, volvemos y conseguimos que se levanten. Son las 11 o más. No hay prisa, estamos de vacaciones.
Me convierto en porteadora (bueno, mi chico también). La silla (esta es para mí), la sombrilla (esta también es para mí), los cubos, palas y demás utensilios, las cuatro toallas, las camisetas de neopreno, las tablas de surf (aún no grandes, no, de esas de entrenamiento, pero da igual), una pequeña nevera porque al poner un pie en la playa empiezan a pedir agua todos... No sigo.
Llegamos. A los cinco minutos se meten en el agua, hasta las tres de la tarde. Eso sí, cada diez o quince minutos, uno de ellos necesita algo: Mamaaaaaá, las gafas. Mamaaaaaá, que dice papá que nos hagas una foto. Mamaaaaaá, me hago cosas (esto es lo peor, hay que tener localizado un baño, un bar, lo que sea, porque mis hijos siempre se hacen cosas en el sitio más inoportuno).
Y hay días que incluso me propongo sacar mi cuerpo de debajo de la sombrilla, y levantarme de la silla para dar un paseo. Pero no, debo cuidar el fuerte: las llaves del coche, los móviles, no sé cuántas cosas más que son totalmente imprescindibles para nosotros. Uff.
Lo dicho, así me siento en la playa...De adolescente, se convirtió en el lugar donde mis padres me arrastraban una vez al año. Llenaba mi maleta de libros, que se me terminaban en pocos días, y después negociaba para que me compraran más en los puestos de alrededor. En aquella época leí a Corín Tellado, por ejemplo, y devoré a Ágatha Christie en ediciones de bolsillo tan malas que casi se deshacían en las manos.
Más adelante, fueron viajes de pareja, todo pasión. Bajábamos a la playa con una toalla y eso nos bastaba.
Hoy no disfruto de la playa. Y no sólo por mi problema con la arena.
Os cuento.
Lo que me gustaría:
Me gustaría levantarme prontito (soy muy madrugadora), desayunar en una terracita mirando al mar, bajar a la playa y pasear, sola o acompañada, da igual. A las 11 o así, cuando las playas empiezan a llenarse de gente, volver al hotel. Ducha y un libro a la sombra.
La cruda realidad:
Me despierto pronto, siempre lo hago. Espero por el resto de la familia. Mi hijo mayor madruga y desayuna conmigo. Los otros siguen durmiendo. Bajamos a por el periódico, una revista, volvemos y conseguimos que se levanten. Son las 11 o más. No hay prisa, estamos de vacaciones.
Me convierto en porteadora (bueno, mi chico también). La silla (esta es para mí), la sombrilla (esta también es para mí), los cubos, palas y demás utensilios, las cuatro toallas, las camisetas de neopreno, las tablas de surf (aún no grandes, no, de esas de entrenamiento, pero da igual), una pequeña nevera porque al poner un pie en la playa empiezan a pedir agua todos... No sigo.
Llegamos. A los cinco minutos se meten en el agua, hasta las tres de la tarde. Eso sí, cada diez o quince minutos, uno de ellos necesita algo: Mamaaaaaá, las gafas. Mamaaaaaá, que dice papá que nos hagas una foto. Mamaaaaaá, me hago cosas (esto es lo peor, hay que tener localizado un baño, un bar, lo que sea, porque mis hijos siempre se hacen cosas en el sitio más inoportuno).
Y hay días que incluso me propongo sacar mi cuerpo de debajo de la sombrilla, y levantarme de la silla para dar un paseo. Pero no, debo cuidar el fuerte: las llaves del coche, los móviles, no sé cuántas cosas más que son totalmente imprescindibles para nosotros. Uff.
Yo no soy para nada de playa. El mar en sí me gusta, pero no puedo ni con la arena ni con tomar el sol, el vuelta y vuelta en la toalla es algo que puedo practicar... ¡¡¡¡diez minutos!!! XD.
ResponderEliminarJa,ja,ja...la verdad es que no es un disfrute lo tuyo con la playa...De momento yo lo paso bien cuando voy...pero entiendo tu odisea,la incomodidad,el engorro...Bss,Ro!
ResponderEliminar¡¡Jajajajajaa..!! No me extraña que no disfrutes de la playa, es que así no es plan... Yo me voy por las mañanas con mi bici, sombrilla plegable, libro y tupper incluídos, y siempre doy un paseo de punta a punta (unos 3 km). Y claro, mi playa es una playa atlántica, y aunque agosto es concurrido, nada que ver con esa imagen...
ResponderEliminarMuy bueno, yo hace siglos que no voy a la playa, todavía no he llevado al peke y me da mucha pena.
ResponderEliminarEl año pasado porque hizo muy malo en el norte, tenemos un pisín en Santander, y este año al estar trabajando pelín complicado.
Feliz semana.
Musus
Aún no estoy en tu situación, pero te entiendo!!!!
ResponderEliminarbesines
En verano, ir a la playa es imposible, demasiada gente y me agobia. Pero me gusta la playa, tumbarme y escuchar el mar es una gozada, aunque tenga a mis niñas llamándome a menudo, qué la vamos a hacer, jeje!! bss :)
ResponderEliminarLo de la playa se ha convertido en algo idílico a una pesadilla: en todo un tsunami de personas de todo tipo y condición (especialmente maleducada) que pone toda la discografía de Camela sin pensar si a las personas que tienen alrededor les pueda molestar. Te recomiedo una calita tranquila de la costa brava, bien escondidita, de esas que sólo tú y algunos allegados sólo conocéis... y a disfrutar!
ResponderEliminarhttp://www.humordemoda.blospot.com
Es que la playa así, no gusta ni a los que le gusta la playa. A mí me gusta la playa pero tranquila, y esa en verano, no existe. Besitos y paciencia!
ResponderEliminarJajaja, la verdad es que te entiendo, a mi me gusta la playa lo justito y todavia no tengo niños....Intenta disfrutar. Salu2
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