En estos días he estado pensando cuándo fue la primera vez que di mi número de teléfono, el mío y no el del centro u otro cualquiera, a un padre. Y me he dado cuenta de cuál fue esa primera vez, y creo que por entonces, no por el número ni nada de eso, pero sí por entonces, se produjo una inflexión, un cambio en lo que ha sido mi vida como docente.
Entonces empecé a acercarme de verdad a mis alumnos, que siempre me han preocupado, pero durante años me autoimpuse una distancia hacia ellos, una actitud cerrada y hermética que me parecía que podía ser la mejor. Esa distancia les decía a mis alumnos: "Me importa lo que hagas en el aula, me importas tú un poquito, pero cuando sales de aquí no eres problema mío".
La primera vez de la que os hablo fue un caso que me marcó mucho. Tenía una alumna en primero de la ESO que cuando empezó el curso tenía once años. Cuando lo pienso ahora, que mi hijo pequeño va a cumplirlos, se me parte el corazón.
Era una niña tímida, agradable, educada, no tenía nada que llamara la atención, salvo que se daba en ella algo extraño. A veces venía muy limpia y bien vestida y otros días venía con el pelo muy sucio y descuidada.
Cuando nos fijamos en ese dato, a principios de curso, pedí a sus padres en una nota que vinieran a hablar conmigo, porque no habían asistido a la reunión de principio de curso.
Vino su padre, un hombre muy bueno, preocupado, que, entre lágrimas, me contó la situación de su hija.
Él y su mujer se habían separado hacía ya algunos años. Y la niña vivía con su madre. Pero es que su madre había tenido, mucho tiempo atrás, un accidente que la había marcado. Era una mujer trabajadora, con un gran futuro en la empresa donde trabajaba, pero el accidente le había dejado con graves depresiones y muchas secuelas. Apenas era capaz de articular un par de frases seguidas, y se pasaba la vida en pijama, tumbada en el sofá, día y noche. El padre no pudo con la situación y la niña, al separarse sus padres, no había querido irse porque su madre era totalmente dependiente de ella.
(sí, sé que esta historia se las trae, y que uno piensa en un montón de posibles soluciones que no sean que una niña se encargue de una persona enferma, pero esta es la realidad, y las cosas eran así)
Así que el padre venía a pasar un fin de semana cada quince días, le cogía toda la ropa, se la lavaba, la obligaba a ducharse, a lavarse el pelo, la devolvía a su madre en perfecto estado hasta que ella, con su edad, empezaba a descuidarse, a no ducharse a diario... Además, su alimentación dejaba mucho que desear. En esa casa solo se comía lo que la niña cocinaba, lo que ella compraba, pues su madre podía pasar muchos meses sin salir de casa y sin quitarse el pijama.
Afortunadamente esa niña tenía un padre buenísimo y una vecina arriba, madre de su mejor amiga que también estaba en su clase, que la llamaba cada tarde para que estudiara con la suya, la controlaba un poco y le daba una merienda y muchas veces una cena en condiciones, y estaba siempre pendiente de ella.
El padre había pedido permiso en su lugar de trabajo para venir a hablar conmigo, pero vivía a más de doscientos kilómetros. Y no tenía oportunidad siquiera de llamarme por teléfono en horario escolar para preguntarme por su hija. Me dijo que si podía darle mi teléfono, aunque ya sabía que era una irregularidad, pero que si había cualquier cosa, incluso una excursión, él era el único que podía enterarse y tomar una decisión adulta.
Le di mis teléfonos, el móvil y el de casa, sin pestañear. Pero cuando llegué a casa me sentía mal, como si hubiera cometido un delito. Ahora un padre de una alumna tenía mi teléfono.
Me llamó religiosamente todos los jueves por la noche durante los siguientes tres años. Mi marido bromeaba sobre ese hombre que me llamaba todas las semanas sin faltar una. Después de aquello yo ya no era la tutora de su hija, pero ningún profesor más le dio su teléfono, así que, mientras estuve en el instituto, él siguió llamándome y yo seguí preocupándome por esa niña. Y no podría nunca arrepentirme de ello.
Lo cuento porque ninguno de mis compañeros actuales le daría su número a un padre. Y el mío lo tienen padres y alumnos. Pero eso es otra historia y os la cuento otro día.
Oh, Rosana!!! Por cosas como ésta, te sigo día tras día. Me encantas.. un besote
ResponderEliminarGracias. Me hace mucha ilusión que me digas eso.
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Un diez por tí Rosana.
ResponderEliminarPues tengo mis momentos de crisis, y de pensar que lo hago todo al revés.
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Es que la mayoría del personal no se implica.
ResponderEliminarAhí radica la diferencia entre los que hacen algo en éste mundo y los que pasan de puntillas.
Sabes qué? Implicarse es complicado, porque afecta a tu propia vida, y no todo el mundo se lleva el trabajo y las preocupaciones por el trabajo a casa.
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Espero q la niña este bien y q haya salido adelante, y también su madre. Tenia tres enormes corazones preocupándose por ella: su padre, la vecina y tú.
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Isthar
La niña está bien y ha salido adelante. Su madre, lo último que sé es que estaba igual.
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Me he emocionado mucho leyéndote, se nota que eres una gran profesional. Necesitamos mucha gente como tú, no sólo en educación, en este mundo en general.
ResponderEliminarBesos!!
No sé si es muy profesional, a eso me refiero, que la mayor parte de los profesores no pensarán en una actitud precisamente profesional.
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Madre mía, Ro, la de historias que debes vivir...
ResponderEliminarMuchas. Y las peores son las que no se pueden contar.
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Has hecho que se me llenen los ojos de lágrimas...
ResponderEliminarEres increíble, Ro. Como dice Reyes, el mundo necesita más gente como tú.
Un beso
Creo que me implico mucho, demasiado, por eso llevo más de un mes de los nervios, hasta que me hago con mis alumnos, los conozco, como si me fuera la vida en ello, y no es muy sano, la verdad.
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Ahí radica la diferencia, en la capacidad de implicarse, y eso no habla sólo de la profesora, sino de la persona.
ResponderEliminarPor cierto, ¿qué tal le fue a esa niña?
Le fue bien, terminó el instituto hace un año y está en la universidad, por cierto, viviendo con su padre.
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Ro, x todo esto que es lo que no se ve es por lo que hay que darte la enhorabuena.
ResponderEliminarEres una gran profesional eso es digno de alabanza en los tiempos que corren.
Yo siempre me acuerdo del gran trabajo que hiciste y sigues haciendo con el chico de "la mujer de su vida".
Besotes
Coquelicot
Ay, mi niño, ya me lo recordaste el otro día. Está repitiendo segundo de bachillerato, pero me prometió que lo sacaría este año y que iría a verle a su graduación (su segunda graduación, porque lo celebró este año) y eso haré.
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Seguro que si.
Eliminar¡Qué historia tan trite! Espero que la chica haya salido adelante.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Ro! Se nota que tienes verdadera vocación de "maestra"...
Salió adelante, porque los estudios le iban bien, y tenía ayuda alrededor, especialmente de su vecina, y su padre alquiló un piso aquí solo para venir todos los fines de semana, así que estaba bastante más atendida a mediada que pasaron los años...
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Madre mía, ningún niño debería vivir cosas así :(( A ver en qué momento le explicas tú a esa niña que puede vivir SU vida. Me ha dado mucha pena, porque me ha recordado a un caso que conozco, en el que parte del problema estaba en que nadie se molestó hasta esa misma edad. Pero para el caso que cuento ya fue tarde :(
ResponderEliminarComo siempre te decimos, ¡qué suerte tienen tus alumnos!
El principal problema de esta historia es el que tú has entendido, el de la dependencia de la madre y la hija. Era un tema muy complicado y la niña, por más que se hizo, no quiso en ningún momento dejar a su madre sola.
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Uffff qué historia, espero que ahora que ha pasado tiempo la niña esté bien, tenga planes de futuro, de estudios y sea feliz.
ResponderEliminarDesde luego eres un ejemplo.
Besos.
La niña está muy bien, tiene ya la mayoría de edad y acabó el bachillerato.
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Creo que has hecho bien al involucrarte mas con esa niña.. seguro ha sido un cambio para ella..
ResponderEliminarbeso
No, probablemente no fue un cambio, sino un granito de arena en la vida de la niña, en la tranquilidad de su padre que se encontraba fuera...
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Ojalá todos los profesores fueran como tu :)
ResponderEliminarBueno, creo que hacen falta profesores de distinto tipo, porque mi perfil no les va bien a todos los alumnos.
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No pongo en duda la buena intención, ni el buen resultado de tu acción pero pienso que nuestro deber como educadores es otro.
ResponderEliminarEn esto que cuentas me faltan muchos datos y por lo tanto opino un poco a ciegas, no quiero molestar porque me gusta mucho tu blog, admiro tu implicación en el trabajo, me parece admirable el estilo de enseñanza que llevas a cabo, funcional y motivador, cómo te preocupas por tus alumnos en las cuestiones importantes y cómo les dejas formar parte de tu vida. Me parece ejemplar la comunicación que propones tanto con los alumnos como con sus familias.
Pero en este tipo de casos, de problemas graves, pienso que nuestra responsabilidad como docentes y como adultos, es informar a quien corresponda (delegación de educación, asuntos sociales, responsables médicos ...) y a quien tenga capacidad de ayudar a esa familia, de poner los medios necesarios para que la situación mejore. No podemos tomar esa responsabilidad, quiero decir que las ayudas, los apoyos, las soluciones no pueden depender de la buena voluntad de los profesionales que se crucen en las vidas de esas personas. En mi opinión deben de ser parte de una estructura social e institucional que garantice una respuesta adecuada a todas las problemáticas.
Nati
Entiendo muy bien lo que dices. Después de escribirlo, añadí el paréntesis porque lo primero que yo habría pensado al leerlo es que era un tema para los servicios sociales. Lo cierto es que la historia es mucho más larga de lo que se nos cuenta, y en ella intervienen los servicios sociales, pero finalmente la situación para la niña sigue siendo la misma, y contarlo todo es un poco lioso. Por eso la he simplificado, pero entiendo muy bien tu preocupación.
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¡Gracias por tu respuesta!
EliminarYa te decía que opinaba un poco a ciegas.
Yo también entiendo tu implicación y que le dieses tu número de teléfono a ese padre porque muchas veces dar apoyo e información, consuelo y ánimo es tan necesario como actuaciones más serias y suele ser lo único que está a nuestro alcance.
Un saludo y mucha suerte en tu nuevo destino.
Nati
Me parece una historia preciosa ♥
ResponderEliminarNo sé qué es lo mejor, pero la verdad es que me hubiese gustado ese apoyo en el colegio. Si me imagino como madre, me encantaría que mi hijo/a tuviera una profesora como tú :)
No lo sé, no me entiendo con todos mis alumnos, pero eso nos pasa a todos.
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Pues da la casualidad de que por mi trabajo conozco los Servicios Sociales e independientemente de su función, la aportación de profesionales humanos "que se impliquen" es imprescindible seguro que la vida de esa niña hubiera sido muy diferente si tanto su profesora como la vecina hubieran pensado que "para eso están los servicios sociales", hay que salir de la zona de confort mental y hacer algo por los demás, me parece horrible que alguien no actuara como lo hiciste tu por considerar que esa no es su labor. Somos seres humanos ¿de verdad es tan difícil no ampararse en artimañas para no ser humanos de verdad?. Gracias por ser como eres, ¡vaya suerte que tienen esos alumnos!
ResponderEliminarNo quiero polémica, pero me parece que has malinterpretado mi mensaje.
EliminarSigo pensando que es una suerte que en este caso, del que conocemos tan pocos detalles, existan tanto la profesora como la vecina,dispuestas a ayudar pero también pienso que debe existir una estructura institucional que garantice, por encima del azar, intervenciones y soluciones a situaciones que lo requieran y que, como docentes formamos parte de esa estructura y nuestro deber es informarles y colaborar con ellos, en lo que nos compete.
Todo lo demás bienvenido sea,sin horribles artimañas!
Nati
Creo que en este caso los tres pensamos lo mismo. Debemos implicarnos todo lo que podamos, pero es cierto que hay situaciones en las que hay que avisar a los servicios sociales, pero eso no debe impedir que sigamos haciendo lo que podamos por las personas que lo necesiten. Creo, de verdad, que pensamos lo mismo.
EliminarBesos.
Nada mas lejos de mi intención que crear polémica. Estoy totalmente de acuerdo contigo sería lo deseable y ojala tengamos recursos para mantener una mínima estructura en ese sentido, me refería a casos concretos, tengo familia en la enseñanza que ha hecho "de todo" en determinadas circunstancias pero también ha visto "de todo" incluidas las artimañas y es que como dice el refrán "hay de todo en la viña del señor"y reacciones muy diferentes a la de esta estupenda profesora que nos comparte sus experiencias en el blog.
ResponderEliminarEs cierto que hemos visto de todo. Me hubiera gustado ver muchas menos cosas. Y las reacciones son diferentes de unos a otros dependiendo de muchas cosas. El nivel de implicación de los profesores tiene muchos grados, y no se puede juzgar a alguien por hacer simplemente lo que considera correcto sin poner más de sus horas libres o implicarse hasta un punto que nadie le está pidiendo. Lo que ocurre es que trabajar con personas es complicado, y uno no sabe muchas veces a qué nivel te afecta todo lo que vives en el trabajo.
EliminarBesos.
trabajar con personas es trabajar también con sus historias, problemas y vivencias... y cuando afectan el aprendizaje, que es lo que tienes a cargo, es normal que te impliques!
ResponderEliminaryo no sé si sería capaz, pero mi madre y mi hermana son como tú <3
Ay, Ro, de verdad, qué duro. NO me canso de decírtelo, ojalá todos los docentes fueran como tú.
ResponderEliminarLo de los teléfonos es algo puntiagudo. Como sabes, yo acabo de empezar en esto de la educación de mis hijos, el mayo acaba de empezar segundo de Infantil, así que soy muy nueva. Su profesora nos ha hecho el enorme favor de darnos su número de teléfono, a todos los padres de sus alumnos. Y digo que es un enorme favor porque hay padres que no conocen el límite.
Yo tengo un horario de trabajo y, una vez cumplido, no tengo más obligaciones hasta el día siguiente. Y con los profesores debería ser igual, pero ahí están los grupos de guasap para fastidiarlo.
En mi caso creo que hemos tenido suerte y no le molestamos demasiado, pero puedo entender que algún profesor no quiera hacerlo, no tenemos por qué molestar en su vida privada.
Pero también entiendo que hay casos especiales que deberían tratarse de otra forma, como el que nos has contado.