Las redes sociales

Hace unos días leí este post de Baballa, una conocida bloguera gallega, y da su opinión respecto a cosas que yo también pienso de esto de las redes sociales.

Si no quieres ir al enlace, te cuento que ella habla de la diferencia entre cercanía e intimidad; que en las redes sociales cada uno cuenta lo que quiere de su vida, pero no hay que confundir ser cercano con ser íntimo de alguien. O algo parecido.

Pero yo voy a ir más allá.

Con esto de las redes sociales veo constantemente comentarios en blogs, instagram, Facebook, twitter... que me dejan helada.

Primero, la falta de educación y de respeto de mucha gente, que se escuda en el anonimato de internet para soltar por ese teclado lo que nunca le dirían a alguien en persona.

He leído comentarios como que eso te queda fatal, no sé cómo sales así a la calle, y los peores son los dirigidos a personas más o menos famosas. A una madre le decían que el desayuno de sus hijos era muy bonito porque no lo preparaba ella, que seguro que paga a alguien para que lo haga. A otra le decían en un comentario que cambiara de marido, que era feo y soso, o que en sus fotos siempre sale de perfil porque es bizca.

Me disgusta leer cosas así aunque no estén dirigidas a mí, así que me pongo en la piel de las personas que reciben ese tipo de comentarios a diario y me parece muy mal.

Después, una manía que nos ha dado a todos, por preguntar por todo, hasta lo más obvio. No ya algo tan sencillo como: me gusta mucho la camisa/falda/taza/plato/alfombra... ¿me puedes decir de dónde es? Eso me parece lo más normal. Pero mucha gente, después de decirle de dónde es preguntan cuánto te ha costado. Pero vamos a ver... si estás en internet, porque estás viendo una red social, igual te cuesta poco poner la marca en cuestión y mirar si te interesa y cuánto vale y no molestar a nadie con ese tipo de preguntas.

Plato de comida, con el nombre debajo, justo debajo, de lo que es, y comentario en instagram y respuesta inmediata de varios comentaristas: eso no sé lo que es. ¿Me lo puedes explicar? No entiendo qué dice. Que lo explique. No contesta. Pues vaya, qué se creerá. Es así, son famosas y ya no contestan a los comentarios.

Todo esto seguido, la gente calentándose cuando, si pones la palabra en un buscador, te va a decir claramente que la palabra se refiere a un tipo de té, a un plato vietnamita o lo que sea.

Y luego, por supuesto, con la sinceridad por bandera, decimos todo lo que se nos ocurre. Te voy a decir la verdad, eso no te queda bien. Yo es que soy muy sincera, y me parece un asco lo que comes, y un asco tu foto. Y se quedan tan felices.

Siempre lo he dicho: si no tengo algo agradable que decir, no digo nada. No me gustan tampoco los típicos comentarios de: qué chulo todo, visita mi blog. Qué bien, nos vemos. No. Si digo qué chulo es porque me lo parece. Si no digo nada puede ser que no tenga tiempo de comentar, porque voy volada, o que no me guste especialmente aquello de lo que hablas, o no me llama la atención. Me gusta que me digan: yo no opino lo mismo que tú, y también discrepo con la opinión de otras personas, sobre lo que sea, siempre con educación y respeto. Me gustan o no me gustan libros que a otros les encantan, pero no menosprecio su opinión ni pongo por encima la mía de todas las demás. Y no puedo con la gente a la que no le gusta nada, todo le parece mal y se mete directamente con la persona que ha publicado lo que sea. Tu opinión es valiosa, pero la mía es también válida, ¿o no?

Todas las semanas, o casi todas, en el IG de Balamoda se crea alguna polémica con respecto a si enseña mucho a sus hijos, si vende o no vende productos o una de hace un tiempo sobre si (oh, dios mío) bebía Coca-cola estando embarazada. No entiendo cómo lo aguanta.

Pudiera parecer por el tono de la entrada que estoy enfadada por algo. Nada más lejos de la realidad. Los comentarios que me dejáis aquí en el blog siempre son geniales, y también en instagram o en twitter, red esta última que visito bastante menos. Y eso que en instagram me comentan muchos alumnos, que podían dedicarse a criticar lo que vieran, pero nunca he tenido una salida de tono de ninguno de ellos, os lo aseguro. No tengo, afortunadamente, gente que esté todo el día diciéndome cosas malas de cuanto publico, porque no sé si podría con ello. Por eso a veces pienso que soy afortunada al no tener un montón de seguidores que despotrican a gusto cada día de todo lo que yo digo.