De vacaciones

Pues sí, ya estamos de vacaciones en esta casa. Y es que necesitaba estas vacaciones de una manera intensa.

Llevaba unos días, semanas, con dolores en todo el cuerpo, puro cansancio; las articulaciones me dolían de la tensión, del estrés, de la acumulación de cosas.

También tenía sueño, mucho sueño atrasado. Tanto que ayer no me levanté hasta las nueve y media (algo que no hago ni en verano, ni los fines de semana, nunca) y fue porque llamaron por teléfono. Y por la tarde me acosté la siesta y eran las seis y media y seguía con las sábanas pegadas.

En fin, para eso están las vacaciones, para descansar.

Mañana nos iremos unos días a casa de mi madre, allí nos veremos con mi hermano, cuñada y sobrinos. Pasaremos unos días todos juntos, en familia, algo que me apetece un montón. También iremos a ver a mi padre.

Tengo ya regalitos preparados para los peques, y el lunes a primera hora iré a hacer compra para estos días, porque ir a casa de mi madre está muy bien, pero no quiero que se agobie con las comidas y con tanta gente, así que yo me encargo de la intendencia.

Me apetece estar tranquila estas vacaciones, no hacer realmente nada, descansar, y mucho. Y pasar tiempo con mis personas preferidas del mundo, ese tiempo que los días de diario a veces no puedes ofrecer, y a veces lo ofreces solo en una dirección, en forma de ayuda con los deberes, órdenes para todo, para recoger, ducharse, estar en la cama a la hora, preparar ropas, mochilas...

Ayer por la noche el peque se vino a la cama conmigo, algo que a los dos nos encanta. Estuvimos un buen rato así, tumbados, yo leyendo y él viendo la tele, apoyados el uno en el otro, sin nada que hacer, nada que decir, simplemente así, sin prisa, sin nada pendiente... No sé, pero ¿puede haber algo más cercano a ser feliz?