Gin Tonic

El viernes tuve un día de esos de 24 horas. Como todos ¿no?, pues no, éste fue de 24 horas completas.

5:15 Me levanto. Mi mayor se va de excursión, y tengo que llevarle a coger el autobús. Últimos preparativos, coche, chándal encima del pijama y para allá.

Mamá, quiero un bocata de jamón del bueno, no del que compras siempre...

6:15 Vuelvo a casa, me ducho, me preparo, me pruebo un par de conjuntos, los meto los dos en una minimaleta, levanto al pequeño, lo preparo, desayunamos...

8:00 Dejo al peque en el cole y me marcho a trabajar.

9:00 Llego al trabajo y dejo sobre la mesa de la sala de profesores unos bizcochos que había preparado el día anterior para celebrar mi cumple, que es ¡hoy!

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9:15 a 14:30 Cumplo con mi jornada laboral.

14:30 Salgo del trabajo con unos compañeros y nos vamos a comer a un sitio chulísimo: el Museo de la Energía en Ponferrada.

Allí, por primera vez en mi vida, pruebo un Gin Tonic. Sí, lo sé, es triste tener mi edad y no haberlo probado nunca, pero a mí la ginebra... y la tónica... Bueno, en realidad no bebo alcohol, salvo quizá algún corto de cerveza con gas cuando salgo por ahí...

Y es que comimos superbien, y el menú era maridaje con gintonic. Me bebí tres. Los tres muy ricos...

Y no tengo la culpa de que luego se me movieran las columnas.

18:00 Cambiarme de ropa, elegir cuál de los dos conjuntos me ponía, ¿falda o pantalón? y salir para el instituto de nuevo.

toma foto del conjunto, como una pofesional, y con tacones y todo...

19:00 Pedir un pañuelo, imprescindible. Y echarme a llorar desde el minuto uno hasta el último de todo el acto de graduación, con unos alumnos que son maravillosos, de los mejores que yo haya tenido nunca.

20:30 Viene la tuna. Odio la tuna, lo siento, pero no puedo con ellos. Es un odio ancestral. Cuando hice la comunión, hace unos poquitos años, le dije a mi madre que no la hacía si venía la tuna...

21:00 Tomar un par de cañas con alumnos y profes.

22:00 Cena. Otro día así y no sé si entro por la puerta. La cena fue divertidísima, como siempre que compartes mesa con cincuenta chavales de 17, 18 años. Genial.

1:00 De copas. Mi cuerpo ya no estaba más que para una coca-cola, y además iba a conducir, pero salir con tus alumnos te hace acordarte de cuando tenías su edad, y, sobre todo, reírte mucho, muchísimo.

3:00 Coger el coche para regresar a casa. Pasarme más de medio viaje riendo yo sola y el otro medio llorando por los chicos a los que quizá no vuelva a ver nunca más.

4:30 Meterte por fin en la cama, casi 24 horas después...