domingo, 3 de marzo de 2013

Gasolineras

No voy a quejarme hoy del precio de la gasolina, aunque podría. Tampoco voy a recomendaros una marca en concreto. Aún no se han dado cuenta de mi enorme potencial y no me han ofrecido gasolina gratis para todo el año a cambio de una entradilla de nada.




Voy a hablaros de mi fobia a las gasolineras, fobia compartida con una persona muy especial para mí, Mónica, amiga bloguera, a la que sigo desde hace muchos años, pero que, por diversos motivos, ha dejado nuestro país hace unos meses y se nos ha ido apartando de este mundillo. Ella odia las gasolineras españolas creo que incluso más que yo.

Su blog es un tesoro. Por siempre y para siempre. ¡¡¡Mo, te echo de menos!!!


Source: flickr.com via Nick on Pinterest


A lo que iba, que odio las gasolineras de por sí.

Esos lugares tan iluminados cuando uno viaja de noche que te hacen entornar los ojos y pensar que qué tiene esa gente contra el mundo. Esos lugares con la radio a tope y los últimos éxitos del momento, o el partido de la jornada. Esos sitios donde los domingos algunos van a pasar el rato poniendo a punto su vehículo como si fuera una parte de su propio cuerpo. Esos lugares que lo mismo te venden una barra de pan (bueno, de algo a lo que llaman pan) que unos filetes de lomo, unos bombones, un peluche, la enciclopedia británica, los últimos éxitos del momento en formato casette...





Y, de entre todas las gasolineras del mundo, para mí lugares infames, odio especialmente aquellas en las que los señores o señoras gasolineros no se dignan salir de su torre de marfil a ponerte la gasolina en el coche, sino que eres tú quien tiene que colocarse los guantes de plástico, buscar el lugar donde se supone que tiene tu coche el depósito (esto para mí es un misterio, nunca lo encuentro a la primera, ni a la segunda) y mancharte las manos, pasar frío y sentirte un pringao por tener que pagar 70 u 80 euros por servirle a tu coche ese liquidillo maloliente (que por ese dinero mi chico y yo nos damos un homenaje en un restaurante con estrellas).





Así que soy una objetora del combustible. Me declaré objetora hace años y no entro en una gasolinera más que en caso de extrema necesidad. Y, cuando lo hago, lo hago siempre en gasolineras conocidas, en las que un amable señor me da los buenos días y amablemente me busca el depósito mientras me pregunta: ¿lleno, como siempre?


Source: google.com via Renee on Pinterest


Mi chico amablemente me entrega el coche cada domingo con el depósito lleno, y yo me encargo de vaciarlo a lo largo de la semana.

Pero a veces, los astros se ponen rebeldes y deciden que se me encienda la luz de la reserva allí en medio de ninguna parte. Y yo, fiel a mi objeción gasolineril, me pongo a vivir peligrosamente y, si puedo, vengo hasta mi ciudad, a riesgo de quedarme tirada en cualquier lugar, apurando la reserva, meto el coche en el garage, le entrego las llaves a mi sufridor diciéndole:

- No sé si esta vez llegará hasta la gasolinera...

6 comentarios:

  1. Yo lo que no entiendo es como hay gente a la que le encanta el olor a gasolina. Dios. Lo odio con todas mis fuerzas...

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  2. Suscribo tu post, todo lo que has expresado me ha tocado vivirlo, ojo, no arriesgues mucho, lo peor del mundo, es quedarse tirada SIN gasofa, mucho peor que todo lo que cuentas de estos "antros" llamados gasolineras.

    Belén

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  3. Comparto fobia!! Apuro tanto que una vez me dejó tirada el coche en plena Castellana. Humillante. Tuve que llamar a mi entonces novio, a que viniera a por mí con una garrafa de gasolina. Insisto: humillante...
    Besos!

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  4. jajaja, nunca me habia planteado asi este tema! Yo por suerte la gasolina me la echo yo, y el señor no sale de su mostrador pero es un chico joven bastante simpatico que tengo que conseguir que me de unos puntos gratis para sacarme un batidor XD

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  5. Te entiendo, todavía no he superado el trauma de las gasolineras autoservicio pero ...no tengo chico...así que no me queda otra.
    Me gustaron mucho los libros del incidente del perro y el de la nieta...mucho, mucho.

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  6. Odio profundamente el olor a gasolina. Y lo de que haya algunas en las que te tengas que servir tú mismo... Oye, si todavía la gasolina fuera más barata que en otros sitios, pase, pero que te cobren lo mismo o más y encima tengas que pringar tú.. ufff!!

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