Teatro con alumnos

El viernes pasado fuimos al teatro con nuestros alumnos.

Llevarles fue una dura tarea, no porque se portaran mal ni por nada que ellos hicieran, sino por el trabajo que nos costó convencer a nuestros compañeros, y al equipo directivo. Un sujeto de cuyo nombre no quiero acordarme llegó a decir por esa boquita: Si quieren ir al teatro, que les lleven sus padres.

Decir algo así no es ser para nada consciente de la realidad de nuestros alumnos, hijos, en su mayoría, de agricultores y ganaderos que no tienen momento de irse de vacaciones porque los animales no perdonan ningún día del año, ni han ido, muchos de ellos, por ejemplo, al cine, y mucho menos al teatro, ni han llevado a sus hijos a ningún espectáculo o exposición. Y creo que una de nuestras principales labores como centro escolar en un entorno rural es esa. Incluso me parece adecuado llevar a nuestros chicos a la Warner o al parque de atracciones, porque la mayoría de ellos no irá nunca si no lo hace en la etapa escolar.

Bueno, ahora que ya me he desahogado, os cuento. Las dos obras que vimos fueron La gitanilla y La ilustre fregona, adaptaciones de las novelas de Cervantes.

Creo, y es solo una opinión, que las adaptaciones eran magníficas, y los actores lo hicieron muy bien, pero nuestros chicos se perdieron, porque había solo tres actores y estos hacían varios papeles, y, acostumbrados como están a la tele y a los efectos especiales, no consiguieron meterse en situación lo suficiente. Hablo en general, claro.

En La ilustre fregona, a falta de actores para todos los personajes, la "fregona" era un palo vestido y con pelo de fregona, y eso les terminó de descolocar. Porque varios de ellos me preguntaron a la salida:

- ¿Pero la fregona era una chica o solo una fregona?

En fin, acercar el teatro clásico a los chicos es complicado, pero os aseguro que estuvo muy bien y que nuestros alumnos se portaron de manera ejemplar.