Tuve unas amigas de la infancia. Eran tres hermanas, dos gemelas y su hermana mayor, con la que apenas nos llevábamos un año.
Fueron mis mejores y únicas amigas desde muy pequeña, en el pueblo, hasta que a su padre lo trasladaron lejos, cuando teníamos nueve o diez años, y no volvimos a vernos. Para mí fue un duro golpe, porque las perdí a las tres a la vez, y no tenía a nadie más. Lo pasé realmente mal hasta que mi madre, que es un poco pesada, empezó a mandar a algunas niñas del pueblo a buscarme para ir a jugar. Ellas lo hacían de mala gana, pero venían, y finalmente acabamos saliendo juntas (en realidad, de una edad cercana a la mía éramos cuatro chicas en el pueblo).
Las chicas del pueblo fueron para mí compañía, y quizá en mi interior alguna vez pensara en ellas como amigas, pero en realidad no lo fueron nunca.
Después, hice un grupo de amigas en el instituto. Eran tres chicas del mismo pueblo, y yo era la única que no era de allí. Ellas se veían fuera del instituto y yo no, o al menos no tan a menudo como entre ellas. Pero mantuvimos nuestra amistad hasta la universidad. Y allí también coincidimos, en un ambiente distinto, ampliamos amistades, pero seguimos muy unidas.
Ahora, muchos años después, sigo considerando que son mis amigas, las de siempre, y nos llamamos de vez en cuando, además de las redes sociales, que para seguir en contacto son geniales.
Pues bien, también tuve una amiga muy especial, una que venía los veranos a mi pueblo y con la que me entendía mejor que con nadie. Llegaba ella a pasar todo el verano con sus abuelos y para mí era como si se abriera una ventana a un mundo nuevo, porque me divertía mucho con ella, porque teníamos más cosas en común de las que tenía con las personas de mi alrededor, porque compartíamos muchísimas cosas, confidencias, primeros amores...
Hace muchos años que ella dejó de ir al pueblo, y hace muchos años que no nos veíamos.
Y hace un par de días, en un centro comercial de Madrid, alguien grita mi nombre mientras subo una escalera mecánica. ¡Y es ella!
Casi morimos de la emoción allí mismo, porque, en el primer abrazo, recuperamos años de alejamiento, y con las primeras palabras, volvieron a mí un montón de recuerdos que no sabía siquiera que estaban ahí.
Fue un reencuentro maravilloso, que se me hizo corto, y que voy a repetir, esta vez sin tanta gente alrededor, ahora que ya nos tenemos localizadas.
Me ha encantado tu entrada, refleja con tanto cariño lo que es la amistad...
ResponderEliminarOhhh q emocionante! Yo tengo tres amigas desde siempre y se que soy muy afortunada de tenerlas para cualquier cosa y de ser tan cómplices para todo. Tengo otro par más lejanas por distancia y tiempo, pero me pasa q cuando me reencuentro con ellas es como si no hubiera pasado ni un minuto desde la última vez q las vi. Y luego tengo mis amigas blogueras, entre las que te incluyo a ti, sé q es una categoría algo más floja en cuanto a amistad, pero estáis ahí ^_^
ResponderEliminarLo de las amigas blogueras, yo también pensaba que era una categoría más floja, pero he hecho un par de desvirtualizaciones (soy un poco tímida aún al respecto) y todo lo que compartimos por aquí está ahí, al instante, como si nos conociéramos de siempre.
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La amistad es un tesoro y tú ya has recuperado uno.
ResponderEliminarRedisfrútalo!
Besos!
Pues es cierto que es un tesoro.
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Hola: menuda emoción ese encuentro casual... me puedo imaginar todos los recuerdos que se agolparon en tu mente. Con el paso del tiempo me voy dando cuenta que amigos amigos se cuentan con los dedos de una mano... Hay gente que pasa por nuestra vida como compañeros, conocidos... pero los amigos son muy pocos. Seguimos en contacto
ResponderEliminarAmigos de verdad son muy pocos, es cierto.
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Me ha emocionado este post. Las fotografías están genialmente elegidas, y lo que cuentas es emotivo. ¿Qué sería de nuestra vida sin la amistad?
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me gusta mucho cómo escribe usted.
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Ayer me recontré con unas amigas de la universidad, nos vemos de pascuas a ramos, pero cuando nos juntamos lo pasamos genial, no somos capaces de parar de reir.
ResponderEliminarUn beso
Qué ilusión hacen esos encuentros, preparados o casuales.
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Que bonito lo que cuentas, ya se sabe que quien tiene un amigo, tiene un tesoro.
ResponderEliminarYo el martes estuve con una amiga que hacía tiempo no veía y nos lo pasamos de lujo. Un besito
Qué bien se lo pasa uno con alguien que te conoce bien.
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Me recuerda un poco a la canción "Juegos de azar", de Joaquín Sabina (hoy tengo el día sabinero, ea XD). Qué grande es el mundo, y qué pequeño a la vez. A ver si va a resultar verdad eso del hilo rojo que dicen los japoneses...
ResponderEliminarQué bonito. <3
Me he puesto la canción, que no recordaba cuál era, y me ha encantado que me pegues el día sabinero.
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Jo, Ro, me alegro mucho por vosotras :)
ResponderEliminarYo no puedo decir que tenga ninguna amistad ni del colegio, ni del instituto... En realidad lo más cercano a una amiga que tengo (y que no esté a más de mil kilómetros) es alguien a quien conocí cuando tenía ya 20 años y que era la ex de con quien yo salía en ese momento. Años después, de él me divorcié, pero con ella sigo viéndome aunque sólo sea una vez al año. Entonces parece que nos hemos visto el día antes :D
Es algo bonito, pero tengo que reconocer que casi tengo más amistades fuera que aquí...
Q bonito! Yo tengo a casi todos mis mejores amigos lejos y que pena, menos mal q existen fb, skype y demás. Eso si, la emoción cuAndo vuelves a verlos después de un tiempo... No tiene precio. Muak
ResponderEliminarSon geniales esos reencuentros. Yo siempre he sido de pocas amigas (o, al menos, que yo considerase amigas de verdad). En en colegio tenía mis dos mejores amigas. Siempre estábamos las tres juntas. Al empezar el instituto, cada una en un sitio distinto, manteníamos el contacto, pero con el paso del tiempo nos distanciamos totalmente, hasta desaparecer de nuestras vidas. Hace un par de años, por casualidad, pude contactar con una de ellas, pero vive al otro lado del charco. Fue absolutamente genial; desde entonces estamos en contacto muy a menudo, a través del correo electrónico y del whatsapp. Localizamos a la otra y resultó que vive a un par de kilómetros de mi casa. La semana pasada quedamos para tomar un café y estuvimos casi tres horas de palique. Ya no perderemos más el contacto y nuestra amistad vuelve a ser casi como antes. Descubrimos cosas nuevas y hemos visto cómo cambiamos a lo largo de estos años, pero la esencia es la misma y seguimos teniendo el mismo buen rollo.
ResponderEliminarPues yo con mis amigas de la infancia conservo contacto con un par de ellas, nos queremos muchísimo y podemos pasar una tarde juntas muy bien pero reconozco que la vida nos ha llevado por caminos diferentes y ya tenemos poco en común en cuanto a gustos e intereses. Nos conocimos con 12 años, hemos salido de marcha en la adolescencia, en la universidad, edad adulta, bodas, hijos etc. no hemos perdido el contacto nunca y nos parecemos como un huevo a una castaña, nos queda el cariño, como en los matrimonios viejos, jejeje
ResponderEliminarEnhorabuena. Ahora a mantener viva esa amistad.
ResponderEliminarqué emoción!
ResponderEliminarLeí este post durante mis vacaciones, pero no me gusta comentar con el móvil, así que he tenido que esperar hasta este momento para decirte que me ha encantado tu historia y que espero que no perdáis el contacto.
ResponderEliminarUn abrazo,
Marialu
Uah! Genial ♥♥♥
ResponderEliminarMe he imaginado el reencuentro en plan película jajajaja
Las casualidades de este tipo molan un montón :)
Yo del colegio/instituto no tengo contacto con nadie. Hablaba por email con una chica que fue amiga mía en Bachillerato pero ahora hace muchos meses que no me dice nada. Lo último que sé es que iba a ser madre. Me gustaría un reencuentro así también :)