No, no voy a daros la turra con un montón de frases motivadoras. Y no voy a hacerlo principalmente porque, en los últimos años, y más aún en las últimas semanas, ése es uno de mis principales cometidos en la vida.
Más que profe parece que fuera una coacher o como lo llamen ahora.
Y me pregunto por qué muchos de mis chavales están tan absolutamente desmotivados para la vida, o para los estudios, a edades tan tiernas como los doce, trece, catorce años.
En estos días de inicio de curso, cuando cada hora reviso los cuadernos, miro sin tienen hecho lo que les pido (no deberes, que no suelo mandar, sino lo de clase) y si van trabajando, cómo se organizan, si van haciendo esquemas, si estudian, me doy cuenta de que a muchos de ellos nunca un profesor les ha dicho: muy bien, vas bien, si sigues así aprobarás. Mis alumnos antiguos, que los tengo, ya están acostumbrados a mis dotes de entrenadora, y a que intente ver lo positivo de ellos.
Tengo a G., que es nuevo, viene de otro instituto, repitió primero y ha pasado a segundo con ocho asignaturas pendientes.
Le siento a mi lado. Parece buen chico, pero con problemas. Le controlo que lo vaya haciendo. Le animo, le doy toquecitos en la mesa porque pierde la concentración cada tres o cuatro minutos.
Ayer me pongo a hablar con él.
- Tú sabes que tienes problemas de atención y de concentración, ¿verdad?
Me mira con los ojos como platos.
- Es que soy muy despistado, y no atiendo.
-Ya, pero es que te cuesta atender, y sin embargo lo entiendes todo perfectamente, así que, si haces un esfuerzo por concentrarte y trabajar, no tendrás ningún problema este curso.
- ¿En serio?
- Pues claro.
- Tengo ocho pendientes, y son muchas.
- Ya, pero dime de verdad por qué tienes ocho.
- Porque no hacía nada y además daba guerra en clase, y algunos profesores me suspendieron por el comportamiento, y otras las suspendí yo.
- Entonces tienes muy claro lo que tienes que hacer...
- ...
- Si quieres.
- Claro que quiero, profe.
No sé si sacaremos algo en claro a lo largo del curso, pero... por intentarlo que no quede.
Muy bueno.
ResponderEliminarMe parece genial lo que nos cuentas, a veces, lo único que necesitamos para motivarnos es saber que alguien confia en nosotros y en nuestras posibilidades, cuando nosotros mismos no creemos en ellas!!! Mucha suerte profe-coach! :-)
ResponderEliminarBueeeeno, no creas que confío en que vaya a aprobar. ES muy difícil, pero no podemos dar a nadie por perdido.
EliminarBesos.
Sabes? Me emociona muchísimo leer estas palabras, por varios motivos: Primero, yo fui una niña/adolescente desmotivada, era bastante rebelde, tenia algunos problemillas en casa y bueno, lo típico. A mi me llegaron a decir, mis profesores, esas personas que DEBÍAN (como tú) hacerme saber que si, que era inteligente (y yo lo sabía), pero que solo me faltaban esas ganas de aprender, decirme que no llegaría a nada!!! Por eso he querido ser maestra, bueno y por que me encanta la educación, pero vaya, que me han emocionado mucho tus palabras! Un beso!
ResponderEliminarMuchas veces no sabemos el daño que hacemos a los alumnos con nuestras palabras. Prefiero pecar de demasiado positiva que desanimarlos.
EliminarBesos.
Bueno, a ver cómo lo haces pero tienes que clonarte: necesito dos como tú, una para mi hija, y otra para mí. Luego me dices cuándo estáis listas :)
ResponderEliminarJajaja. No creo que lo consiga. Si me clono me quedo con una para mí porque estoy cansadísima.
EliminarBesos.
Mi hija siempre me recuerda que "he de educar en positivo"....y a mi se me olvida....pero ella con sus ocho años lo tiene muy claro y tú también.
ResponderEliminarSiempre hay que educar en postigo. Y eso no implica que no les riña, y mucho, y que no me cabree con ellos. Con mis hijos me cuesta más, la verdad.
Eliminarbesos.
Me reconcilias con el mundo.
ResponderEliminarAnda, a ver qué me dices de tu última lectura, que me tienes en ascuas.
EliminarBesos.
Cuando sea grande quiero una profe como tú ;-)
ResponderEliminarPues de verdad que antes de publicarlo pensé que me ibais a decir que soy una ñoña y que debería decirles a mis alumnos sus expectativas reales y no animarlos tanto si luego van a suspender, casi con toda seguridad. Pero se ve que a todos nos hace falta mucho ánimo.
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Te mereces un aplauso,de verdad.
ResponderEliminarBesos
Un aplauso no, me merezco que alguno de estos chavales reaccione y salga adelante. A veces pasa, pero pocas veces...
EliminarBesos.
Me encanta tu rollo, Ro! ;)
ResponderEliminarGracias, guapa.
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Cuando recién llegué a vivir aquí le di clases de refuerzo en mates a la hija de una amiga de mi suegra, que iba a 1º. La pobre chica tenía tan grabado a fuego el "no puedo" que ya ni lo intentaba. Fue empezar desde operaciones básicas y que ella fuera viendo que sí entendía y que sí podía, y se presentó a dar un examen.
ResponderEliminarDe los 2 y 3 que sacaba volvió a casa con un 8.5! Fue tan sorprendente que incluso sospecharon que hubiera copiado! Y ahora la veo haciendo una carrera, cuando hace 8 años ella pensaba que con suerte acabaría la ESO y se pondría a trabajar y me llena de "orgullo y satisfacción" ^^
No me extraña que estés orgullos. Creo que muchas veces no nos damos cuenta de lo que nuestras palabras hacen en los niños, cuando les dices algo así como: esto tú no lo vas a saber nunca, o, qué mal esta esto. A veces el daño es irreparable. Si algo esta muy mal, decirle a alguien que puede hacerlo mucho mejor es reforzarle, en vez de machacarlo.ç
EliminarBesos.
Me acabas de recordar a una monja que tuve en 8º de EGB (mi segundo año de 8º), era mi tutora, y nos hacia escribir todos los días en la pizarra: "YO PUEDO APROBAR SI QUIERO", además de una frase elegida por alguna de nosotras.
ResponderEliminarUn mantra que aún no he olvidado y que creo que me sirvió, aunque al principio me pareciese una chorrada...
como te digo siempre, animo!!
ResponderEliminarQué buena profesora eres, y cómo me gusta leerte!
ResponderEliminarBesos!