De alumnos y castañas

Pero castañas de las de verdad.

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- Profe... ¿Te gustan las castañas?

Todo esto te lo preguntan mientras tú estas subida de rodillas a la silla, con los brazos extendidos, midiendo un poema de Miguel Hernández dedo a dedo...

- Tris-tes gue-rras...

- ¿Pero me tienes que preguntar eso ahora?

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- Es que este fin de semana hemos estado apañando castañas (que sepáis, por si os queda alguna duda al respecto, que las castañas no se cogen, ni se recogen, ni se recolectan, sino que se apañan) y mi madre dice que te traiga unas pocas.

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- Tú tráeme lo que quieras, hijo, si yo me dejo sobornar, y ni por esas...

Seguimos midiendo versos, todos con las manos en alto, contando con los dedos.

_- ¿Y los pimientos, profe?

Éste es otro alumno. Y no me da tiempo ni a contestarle.

- Los pimientos sí le gustan, porque el otro día vimos fotos en instagram de pimientos.

- Pues mi abuelo tiene unos pimientos buenísimos... ¿quieres que te traiga pimientos?

- Pero bueno, chicos, esto es el mercado o una clase seria de literatura.

Hago hincapié en lo de seria y se parten de risa.

Así que ayer uno me trajo castañas, y el otro pimientos, y un compañero me dio unos tomates, los últimos, de su huerto, y me vine a casa con una cesta de mimbre llena de tesoros.

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A veces, y sólo a veces, da gusto trabajar en el Bierzo.