Soy muuuuuy caprichosa

Os comenté el otro día mi encaprichamiento por las Panama Jack.

Pues bien, el día de San Valentín, mi chico me sorprendió con... ¡una tarjeta regalo para comprarme lo que quisiera!

Sí, sí, que la tarjeta regalo siempre es un gran regalo, y podía cogerla y comprarme las botas, pero como estoy de un humor de perros, y con tendencia a la lágrima fácil...

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Mi cara debió de ser un poema, y no muy hermoso, por cierto, así que, como mi humor últimamente no está para nada, no hubo celebraciones ni "contigopanypanceta" ni nada.

El sábado por la mañana salí a las rebajas, a ver si se me pasaba la mala leche, que en las últimas semanas es mi acompañante más fiel. Para que veáis que una es de lo más superficial...

Estuve mirando algunas cosillas para el último intercambio al que me he apuntado... y volví a casa con un jersey ultrarrebajado de últimísimas rebajas.

Cuando llegué, allí, a la puerta de casa, un paquete que no podía ser otra cosa que mis botas.

Y lo eran. No las rosas, porque mi chico me conoce bien y sabe que soy muy de puntazos y luego se me pasa. Son rosas pero no tanto, y estoy enamoradísima de ellas.

Bueno, y de mi chico.