Cuando una es profe de lengua y ha estudiado Literaturas Comparadas, aparte de Filología, y es además una amante confesa de los libros de todo tipo y condición, la gente alrededor le pide a menudo consejo sobre qué hacer para que sus hijos lean.
No tengo ninguna fórmula secreta para conseguir que alguien que no quiere leer lea, porque si no, habría unas cuantas generaciones de chavales lectores compulsivos por ahí, después de haber pasado por mis hábiles manos.
Pero sí os diré mi opinión al respecto. Creo que la clave está en no obligarles nunca a leer.
Yaaaa, yaaaa, me diréis. Si mi hijo no quiere leer y no le obligo, entonces no lee.
Por eso no es tan sencillo.
Mi hijo mayor es, de momento y a sus casi once años, un lector empedernido. Y su madre, que maneja la psicología inversa como nadie en el mundo, le castiga sin leer cuando hace algo que no me gusta.
¡Vaya idea!, castigar a alguien sin leer. Cuando era más pequeño lo pasaba verdaderamente mal cuando le dejaba sin leer, porque tardaba mucho más en dormirse, y no tenía, como él decía, nada en lo que pensar, y le daba por pensar cosas que le daban miedo. Era el peor castigo para él, no poder dejar volar la imaginación con lo que había leído hasta que le llegara el sueño.
Mi hijo pequeño, en cambio, no creo que me salga un gran lector. Haré lo posible, y aún no lo he dado por perdido. Sigo haciendo como he hecho con el mayor, premiéndole con libros cuando todo va bien, y comprándole los libros que le puedan resultar más atractivos para sus gustos, no los que me gusten a mí o los que sean más educativos. Pero hasta ahora no le gusta demasiado. Seguramente porque aún no lee muy bien, y no es un placer para él la lectura.
En clase con mis chicos es lo mismo. El año pasado (éste no ha sido posible) monté bibliotecas de aula en todos mis grupos, llevé libros de mi casa y ellos llevaron los suyos, uno al menos cada uno, para compartir. Teníamos servicio de préstamo una vez a la semana, y algunos alumnos se leyeron todos los libros a su alcance, otros ninguno. No había obligación, pero sí premio en las calificaciones por cada libro leído.
Nunca, y repito, nunca hago un examen (escrito) de un libro. Le pregunto al chico qué le ha gustado más, qué menos, qué cambiaría y contestan libremente. Y si no se lo ha leído y me ha intentado engañar, se nota enseguida. Sus compañeros son jueces implacables.
Hay que poner libros a su alcance que les puedan llamar la atención. Que le gusta el fútbol, de fútbol, loca por las princesas, pues de princesas, de terror, de aventuras, de coches...
Yo llevo a clase libros que nos regalan las editoriales, o libros míos, y les hablo de ellos, les cuento muy poco, lo suficiente para que alguno se pueda enganchar, y entonces siempre hay alguno que me dice:
- Profe, ¿lo tienen en la biblioteca?
Y entonces yo se lo pongo entre las manos y le digo:
- Devuélvemelo cuando lo termines. Y sin prisa.
Y, hasta hoy, todos mis alumnos me han devuelto los libros que les he prestado, cosa que no se puede decir de algunos amigos y compañeros...
Yo llevo a clase libros que nos regalan las editoriales, o libros míos, y les hablo de ellos, les cuento muy poco, lo suficiente para que alguno se pueda enganchar, y entonces siempre hay alguno que me dice:
- Profe, ¿lo tienen en la biblioteca?
Y entonces yo se lo pongo entre las manos y le digo:
- Devuélvemelo cuando lo termines. Y sin prisa.
Y, hasta hoy, todos mis alumnos me han devuelto los libros que les he prestado, cosa que no se puede decir de algunos amigos y compañeros...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn mi casa somos muy afortunados... todos somos lectores compulsivos desde la peque de 9 años, la de casi 11 y los papis.
ResponderEliminarEso sí, a veces hay que hacer desaparecer la lámpara de la mesilla de noche durante el curso... porque nos encontramos a alguna de las dos desveladas a las cuatro de la madrugada devorando por enésima vez El señor de los anillos o Harry Potter. Cada uno de los tomos de esas obras se los han leído ya varias veces a estas alturas de su vida.
El problema es encontrar suficiente literatura adecuada para su desarollo mental y emocional. Las hemos apuntado al club de lectura de la Biblioteca pública y cada dos semanas vienen cargadas de libros de ella.
Circe, sí, sois afortunados, aunque el que los padres lean ayuda mucho para que los hijos también lo hagan. Hay alguna época en la que resulta difícil hacer recomendaciones, porque no sabes bien por qué camino irán sus gustos, pero unas lecturas suelen llevar a otras...
ResponderEliminarHola Ro!
ResponderEliminarencantada de conocerte! :-)
mañana que tengo más tiempo me daré una vueltita más larga por tu blog, para conocernos mejor!
Bsosss!
Por aquel tiempo, vestíamos un uniforme compuesto de baby de rayas azules y los reglamentarios mocos en la nariz. La seño extrajo de un bolso de skay la plastificada portada de un manual. Cuando la señorita Paula me entregó la cartilla Paláu creó un monstruo. Al cabo de unos días terminé de devorar la tercera cartilla y sin tener más letras con las que saciar aquella adicción que se me había despertado me aproximé a la tarima, tembloroso como un yonqui parvulito, demandando, mendigando más dosis de aquella droga nueva tan destructiva y adictiva, amenazando a la maestra con un lápiz recién afilado. Como los recursos didácticos de aquella escuela se limitaban a las tres cartillas y un puzzle gigante, la señorita Paula se mostró muy contrariada y contestó rápida y airada con un: "Empieza desde el principio, ponte a repasar desde la primera cartilla".
ResponderEliminarMe ha encantado lo que cuentas. Tienes razón, obligado, no disfruta nadie y leer, desde luego "debe" ser un placer. Qué bonito lo que haces con tus chicos...
ResponderEliminarBesos.
Me ha encantado lo que cuentas. Tienes razón, obligado, no disfruta nadie y leer, desde luego "debe" ser un placer. Qué bonito lo que haces con tus chicos...
ResponderEliminarBesos.
Vueltas al coco, gracias por visitarme.
ResponderEliminarPazzos: me gusta lo que me cuentas. Me pasó algo parecido, pero mi profe me pasó al siguiente curso de parvulitos porque ya no tenía más cartillas que enseñarme.
Belén, gracias.
Besos.
Yo en mi caso creo que empecé a leer por mi hermana mayor. Tenía la habitación llena de libros, y me los dejaba para leerlos. Así me aficioné a la lectura...
ResponderEliminarA mi peque por ahora le encanta ir a la biblioteca y volver llena de libros para leer antes de dormir, y si se ha entretenido demasiado, o montado alguna rabieta también la castigo ese día sin cuento, jajajaja, siempre pienso, anda a cualquiera que le cuente que la castigo sin cuento!!! Ahora ya me los empieza a leer ella a mi, cosa que me encanta :)
ResponderEliminarB*
Yo de pequeña era una devoralibros, también me tiraba hasta las tantas de la madrugada leyendo o riéndome a carcajada limpia con Fray Perico y su borrico (cosa que todavía hago cuando voy a casa de mis padres), el profesor de lengua de la EGB también creó una mini biblioteca en la clase de la cual yo era la bibliotecaria y mis padres me premiaban con libros y me castigaban sin ellos...me encantaban los libros y me siguen encantando, lástima que ahora mi tiempo sea mucho más reducido
ResponderEliminarYo soy una loca de la lectura des de pequeña, pero no tengo ni idea de cómo empezó la cosa... así que no se si habrá una fórmula para conseguir que los críos lean.
ResponderEliminarMe has dejado fascinada con que te devuelvan los libros. Yo soy de las que no los dejo nunca (he tenido alguna mala experiencia).
Un besazo,
Mlu
Qué bueno haberme encontrado con tu blog, yo también huelo a tiza. Estoy de acuerdo contigo, sin embargo, tenemos un problema. Hay que diferenciar entre el proceso lector y la adquisición de la lectura. La adquisición de la lectura es fundamental para activar el proceso lector y, desafortunadamente, aquellos niños que no practican la lectura sistemáticamente se suelen quedar atrás en su proceso de aprendizaje. No obstante, yo también creo que los docentes tenemos que hacer la lectura atractiva, interesante y motivadora, pero, para ello es el propio profe el que debe disfrutar de ella, y eso no es siempre así....me quedaré por aquí.
ResponderEliminarSISTER B*, lo de tu hija es una etapa maravillosa. Se convertirá en una gran lectora si le sigues llevando a la biblioteca y tiene libros a mano que le interesen.
ResponderEliminarUrsulinska, se pasan etapas en las que el tiempo da para lo que da. Después de la universidad, mis años de opositora y de madre de bebés, pasaban semanas, y también a veces meses, sin que pudiera leer nada. Los libros aguardaban en mi mesilla empezados y luego no tenía tiempo para seguir con ellos. Ahora estoy recuperando el tiempo perdido.
Marialu, yo tampoco presto libros a amigos y conocidos, por malas experiencias, pero a los chicos sí, y la mayoría de las veces tardan menos de una semana en leerse el libro y traérmelo de vuelta. Si algo les interesa, y encima la profe se lo presta, no paran hasta que se lo leen.
intxaurtsu, qué bien, una más! Había entrado en tu blog alguna vez. Es una gran casualidad que a ambas nos chifle la cocina y además nos dediquemos a lo mismo. Es cierto lo que dices de la mecánica de la lectura. A mi hijo pequeño le está costando cogerla, y por eso, como tenemos que leer cada día para que aprenda, los libros le suenan a obligación, y les tiene un pelín de manía. No es para él una actividad lúdica, hasta que tenga bien dominada la técnica y no le suponga un esfuerzo, supongo.
Besos a todos.
Ro, yo creo que es cuestión de mentalidad y metodología. ¿sabes que en Finlandia no empeizan a aprender a leer hasta los 7? Aquí nos empeñamos en hacer lectores a los 5-6, a base de machaca que te machaca....un horror, para el alumno y para el profe!!! Yo estoy más por una metodología global que por una silábica, sin embargo, aún hoy en día, hay profes que no lo entienden. Pero, imagino que tú también lidiaras con profes de lenguas estructuralistas que aún no han entendido que una metodología comunicativa, utilizando la tipología textual y el tratamiento integrado de lenguas, hace milagros en los alumnos....En fin....que me lío...
ResponderEliminarPor cierto, ¿conoces leer.es? Muy interesante, para familias, profes y alumnos
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ResponderEliminarMe encanta leer...leo desde que era bien pequeña, además de leerme libros en una tarde.
ResponderEliminarA mi me viene por mi padre y mi hermana que siempre les veía con un libro en la mano y pensaba...Yo también quiero disfrutar como ellos..Y eso hasta hoy.
Intxaurtsu, hace unos meses unos alumnos del programa Comenius viajaron a Finlandia y nos han contado muchas cosas de primera mano, entre ellas lo que dices de que empiezan a leer más tarde. Y no me digas nada del estructuralismo. La mayoría de mis profes de la uní iban por ese camino.
ResponderEliminarAudrey, el ejemplo que se nos da siempre cala en nosotros cuando somos pequeños.
Besos.
Yo también creo que el ejemplo es el mejor aliado de la lectura!
ResponderEliminarHola, me ha gustado leerte, par mi si lectura la vida no sería lo mismo, no se cómo la encararía :)
ResponderEliminarSobre este tema me encantó leer a Daniel Pennac, supongo que te gustará.
Un saludo y como me ha gustado leerte te sigo par algún ratito. Un abarazo
me he tomado la libertad de citarte en mi blog...eres un ejemplo para una madre como yo...devoradora de libros que ve con pavor que sus hijas de 10 y 8 años no se enganchan a la lectura...
ResponderEliminar....sueño que se topen con un profe como tú en el insti...cruzo ya los dedos...
besitos andaluces