Por ejemplo, tengo alumnos en redes sociales con los que tengo contacto desde hace años. Muchos están trabajando por el mundo y otros estudiando en la universidad. Cuando todo esto empezó, la mayoría de ellos siguieron en sus pisos compartidos durante el tiempo de confinamiento. Pero he observado que en las últimas semanas la mayor parte de ellos (por no decir todos) se han ido a sus pueblos. Muchos de estos chicos y chicas son los que han criticado duramente a la gente que se marchaba al pueblo desde Madrid, Segovia o Salamanca. También muchos de ellos han sido los que han criticado a los padres que salían con sus hijos sin cumplir las normas de seguridad. Y en cuanto han podido, se han recorrido media España y ya se les ve tomando el sol en su pueblo o quedando con sus amigos para hacer deporte o ir a pasear.
¿Qué nos ocurre? Que tendemos a ver mucho mejor los fallos de los demás y no vemos los nuestros. Nos pasa a todos. No estoy hablando de chicos jóvenes. En las zonas rurales de Castilla, algunas de ellas poco castigadas por el virus, ha sido constante el goteo de gente que se venía ya de vacaciones de verano. Y más aún en las últimas dos semanas, en las que creo que se ha relajado la vigilancia o la policía y la guardia civil ha tenido demasiados frentes abiertos para vigilar eso. Muchos de ellos son jubilados o gente de mediana edad que han pensado: Viene el buen tiempo y no nos vamos a pasar en la ciudad todo el verano. Al menos nos vamos al pueblo y que sea lo que dios quiera.
Mi hijo mayor lleva todos estos días con su abuela, sin ver a una persona de su edad ni a sus padres. No penséis que no me he planteado coger el coche e ir a buscarlo. Lo he pensado, por tanto soy parecida a los que lo han hecho. Aunque no quiero saltarme las normas y él mucho menos que yo. Pero si la alternativa es que se pase allí todo el verano, sin posibilidad de ver a su novia o a sus padres o amigos, pues cualquier día me echo la manta a la cabeza y me voy a por él. Está mal, sí, muy mal. Y no lo he hecho porque lo sé.
Estos días que hemos salido a caminar por las tardes hemos visto escenas de novios que llevaban meses sin verse y que, para no saltarse las normas, y mascarilla en ristre, quedaban en medio del campo, lo más lejos posible de la gente que pudiera decirles algo. Hemos visto grupos de adolescentes y jóvenes que quedaban con las bicis pero que lo de menos era el deporte y lo de más salir y verse. Hemos visto familias de cinco o seis miembros salir solos. Y sobre todo hemos visto toda la casuística de mascarillas mal puestas que uno se pueda imaginar. Nunca le llamo la atención a nadie. Pero menos aún ahora que no sabemos las circunstancias de cada uno.
Todos somos mucho más indulgentes con nosotros mismos que con los demás.
Hoy mismo iba de paseo con mi hijo pequeño, que necesita moverse y hacer deporte, y una señora nos interpeló porque, según ella, íbamos por el lado incorrecto de la calzada. Su educación dejaba mucho que desear y no la contesté pero los que iban detrás le dijeron que la que iba por la derecha en una calzada era ella y que el peatón tiene que ir siempre por la izquierda.
Estamos nerviosos, demasiado. Y nos pensamos que lo hacemos todo bien y no es así.
Ya sabes qu esolo vemos la paja en el ojo ajeno. Aquí la gente se ha dedicado a grabar o sacar fotos a gente que incumple algo para colgarlo en redes sociales. Me hace pensar en los chivatazos de la posguerra.
ResponderEliminarYo los llamo policías de balcón. Supono que todos hacemos cosas maL. Mi situación personal ha sido muy complicada, así que mis fuerzas no las gasto en criticar o abuchear.
Muy feliz día y obviamente, el peatón va por la izquierda, esa lección la tengo grabada a fuego.
que gran verdad!!ya lo dicen, ningun jorobado se e su joroba
ResponderEliminar¡Es un poco así!
EliminarBesos.
Todo esto es una situación complicada, se entiende que algunos se salteen un poco las reglas. Igual lo mejor es cumplirlas, por el bien de todos..
ResponderEliminarAcá se ha escuchado cada excusa sin sentido para romper la cuarentena! Por suerte la mayoría acata.
Hoy es la primera vez que yo salí y tomé un transporte público, fue para vacunarme contra la gripe. En Buenos Aires tenemos los primeros frios.
beso