Diario de un viaje a Dublín

Como algunas me habéis preguntado, os voy a contar algunas cosillas de nuestro viaje a Dublín, con sus luces y sombras como siempre.

Os diré que fuimos cuarenta alumnos con tres profesores, y que entre nosotros tres nos hemos llevado bien, hemos tomado las decisiones entre todos y hemos estado a gusto, aunque también tengo que reconocer que no son las personas que yo habría escogido para viajar si hubiera tenido la oportunidad.

Ya os conté en junio que el director del centro estaba interesado, a instancias a muchos padres, en organizar una inmersión lingüística, algo que nunca se había hecho aquí, a pesar de ser un centro "bilingüe". El departamento de inglés no quiso encargarse de ello y, un día en que el director estaba agobiado por todo el tema, organizando un viaje para el que no tenía acompañantes ni sabía si le saldrían alumnos suficientes, le dije que si no había otro más cualificado, que contara conmigo. Y lo de más cualificado os lo explico: creo que tiene que ser un profesor que hable inglés a la perfección el que lleve a los chavales, y empiece desde el primer momento a hablarles solo en inglés y que su inmersión sea total, o todo lo que se pueda yendo con un grupo de compañeros...

Finalmente, los tres agraciados (jijiji) que fuimos escogidos para esta historia lo fuimos por distintos motivos: una profesora, porque está empezando a estudiar inglés y le viene muy bien para sus estudios  (ha hecho el primer curso de la EOI), otro que llegó nuevo y se lo encasquetaron porque traía la etiqueta de bilingüe en su plaza, y esta que escribe porque se ofreció voluntaria. El nivel de inglés entre los tres tendríais que verlo. Bueno, mejor no. Solo os diré que el que se supone que da sus clases en inglés es imposible que lo haga, por falta de vocabulario y por una pronunciación que no sé de dónde ha podido salir. Y que resultó que mi oxidadísimo nivel de inglés de hace más de veinte años ha sido el que nos ha traído y llevado y nos ha permitido entendernos con nuestro alrededor. Ya sabéis los que me leéis hace tiempo que no es falsa modestia ni nada por el estilo. Estudié inglés hace muchos años, tendría que hablarlo bien pero no he viajado lo suficiente ni he practicado lo suficiente para hacerlo, y tengo aún esa vergüenza que tenemos muchos para hablar en un idioma que no es el nuestro.

El sistema ha sido el normal en la mayoría de este tipo de viajes de idiomas: hemos estado alojados en familias, dos estudiantes en cada casa, y han asistido a un número de clases en una academia organizados por niveles. Después, por las tardes, hemos visitado distintos lugares de la ciudad y alrededores y de vuelta a las casas para pasar algún tiempo con las familias y poder practicar un poco el idioma.

Otro día os cuento el viaje, por hoy creo que ya os he puesto en antecedentes.