Como os había dicho, nuestros chicos habían descansado un montón de horas y estaban dispuestos para la noche. Los profes, en cambio, habíamos pateado medio Berlín bajo la lluvia y no habíamos tenido ni un minuto de descanso.
Mis compañeros se fueron a la cama. Yo me dediqué a localizar a todo el mundo. Llevaba todo el día preocupada. Tener a los chicos por ahí, sin controlar, desde media mañana hasta las diez de la noche, sin saber ni dónde están ni qué hacen, me tenía la cabeza loca.
Cogí la lista de alumnos con sus teléfonos e hice algunas llamadas.
La mayoría estaban en el hotel, descansados, duchados y arreglados para salir.
Lo único que les paraba un poco era la lluvia, que no dejaba de caer de forma casi torrencial.
Así que organizaron juegos de cartas en el bar del hotel con otros estudiantes de otros lugares.
J. pasó a buscarme para decirme que se iba. Esta vez llevaba un montón de chicos con él.
- ¿Dónde váis? se me ocurrió preguntar.
J. me miró con una sonrisa enigmática y dijo:
- No quieras saberlo, profe.
Mejor, mucho mejor no saberlo.
Cuando me duché y me puse el pijama (qué chiste, pensaba que iba a dormir un rato) empezaron las carreras por los pasillos.
La primera vez que asomé, me llevé la bronca (en inglés, por supuesto) de mi compañera la alemana. La miré y no dije nada.
A la segunda, vi que la mayoría de los que corrían y gritaban no eran míos.
La tercera vez, el de mantenimiento, aka el puto amo del tetris, empezó a gritar en alemán, ese idioma tan suave y melodioso. Me asusté y me metí en la habitación.
Al rato llamaron a la puerta. No sabía si abrir, pensando en las posibilidades: la alemana, el de mantenimiento, un alumno que había bebido más de la cuenta, J. de vuelta con sus secuaces...
Abrí, claro. Y era un profesor inglés, guapo que te pasas, pero enfadadísimo porque no le dejaban dormir, y la alemana le había señalado mi puerta. Intenté restar hierro al asunto, pero estaba prácticamente apagada o fuera de cobertura, y mi inglés flotaba dentro de mi cerebro pero no llegaba a la superficie...
Imposible dormir. Bajé a recepción, me conecté al wifi, repasé mi correo, vi cómo amanecía y más tarde cómo iban llegando los alumnos de la noche de fiesta. Algunos justo a tiempo para desayunar, como J.
- Joe, profe, ¿tú no duermes?
- ¿Y tú?
- Ya dormiré cuando llegue a España.
- En eso tienes razón.
Espero que a la vuelta durmieses todo lo que llevabas de retraso, jolines :S jaja Yo creo que no podría.
ResponderEliminarYo también creía que no podría, pero pude. Eso sí, he necesitado una semana de recuperación, por lo menos.
EliminarBesos.
Caray con J.me quito el sombrero..!!
ResponderEliminar...Y caray con el profe british!!
besos!!
Besos también para ti, guapa.
Eliminarjejejeje me encanta la historia!
ResponderEliminarRecuerdo cuando yo estaba al otro lado, corriendo por el pasillo :P
Y yo, me acuerdo perfectamente, no creas, aunque ya hayan pasado unos cuantos años...
EliminarBesos.
Ese J. es el amo del calabozo, y tú el alma!!
ResponderEliminarQue tengas un buen finde!
Jajaja. El amo del calabozo!!!
EliminarBesos.
Yo también he pensado lo mismo que J, jejeje. Vaya nochecitas que has pasado!!!
ResponderEliminarA ver la próxima
bsss
cosicasdenuestravida
Solo nos queda una. Ya solo una...
EliminarBesos.
Está claro que fue un viaje para no olvidar xDD Madre mía que ajetreo y que de anécdotas.
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