Una boda kiwi

A estas alturas de vida, no es tan fácil que se me casen las amigas.

Asistí a muchas bodas hace ya bastantes años, porque mis amigos y mis primos (que son muchos) se fueron casando poco a poco después de que yo lo hiciera. Pero últimamente lo de las bodas ya no es muy común para mí. Y menos aún lo es que se me case alguien a quien quiero tanto, una persona tan generosa, buena, divertida, graciosa, abierta, tan amiga,... que me haga una ilusión tan especular ir a su boda.

Y la boda, por supuesto, no defraudó. Porque casarse así de enamorado y así de seguro de lo que uno hace es una suerte destinada a unos pocos. Y porque rodearse para ello de personas que te quieren tanto y que eligen estar contigo en ese día tiene que hacer una ilusión enorme.

Además, la boda fue una quedada kiwi en toda regla. No faltamos ninguna, por supuesto, a la llamada de nuestra amiga. Y para ninguna de nosotras supuso ningún sacrificio, porque era algo que nos apetecía desde el primer momento en que lo supimos.

Viajar hasta la Alpujarra a través de los kilómetros y de un día entero: trabajo, coche, un AVE, tiempo de espera, otro AVE y otra vez coche para llegar hasta allí, mereció la pena por cada minuto pasado con ellas. A pesar de estar lejos, tan lejos, volveré porque ha sido uno de esos lugares en los que todo me ha hecho intensamente feliz.

Sé que muchos de vosotros habéis visto fotos de la boda a través de otras redes sociales. Por eso, y porque somos muchos los implicados, no las voy a poner por aquí. Pero quiero contaros que en aquel pueblo, y durante un fin de semana, he sido muy feliz; feliz como no lo era desde hace mucho tiempo. Y no solo por la compañía, que ha sido la mejor, sino por mis ganas de disfrutar de la vida, de todo lo que se me presente, por mi ilusión por el futuro... Y todo gracias a estas amigas maravillosas y a la buena idea de casarse que tuvo una de ellas.

Ya hace diez días, o algo así, de la boda, y aún no os había hablado de ella, pero no podía dejar pasar este acontecimiento sin relatarlo por aquí, porque el blog es un lugar al que vuelvo a menudo para ver cómo me sentía cuando... o qué hacía aquel año y en aquel momento. Y quiero dejar constancia de todo para esas ocasiones en que lo veo todo negro y me dejo llevar por la pena.