Limpieza de primavera

No es que vaya a ser un fin de semana exactamente de limpieza, aunque la casa lo pide a gritos, sino más bien de organización de cosas.

Hace poco he organizado mi armario y mis cajones (estos apenas tengo que hacerles nada desde hace años, por el método kondo que utilizo para doblar las prendas y que todos conocéis). Y quería hacer lo mismo esta vez con la habitación del pequeño y también con algunos cajones del salón.

Quiero, poco a poco, ir sacando cosas viejas de casa, no para llenarla de cosas nuevas, sino para respirar, purificar, dejar espacio... A veces es lo que necesitas y esta vez me está pasando. Llego a casa y noto que lo tengo todo demasiado lleno de cosas, me ahoga.

Necesito renovar, cambiar. Y creo que revisar de vez en cuando tus cosas y ver qué se queda y qué se va viene muy bien. O quizá me ha entrado el espíritu de las limpiezas de primavera que siempre hacía con mi madre cuando era pequeña y adolescente y vivíamos en el pueblo.

Mi madre levantaba toda la casa, habitación por habitación. Y cuando digo todo me refiero a que desarmaba muchos muebles, vaciaba las habitaciones, limpiaba paredes, techos, suelos, ventanas, marcos... y luego empezábamos a regresar con las cosas a su sitio, todas limpias, con ese olor a lejía y a detergente. Fregábamos también las moquetas de los dormitorios (sí, soy de los setenta, teníamos moqueta en las habitaciones) y hasta lavábamos las hojas de las plantas una a una y las aplicábamos un spray especial que hacía que brillaran mucho. Cada cuadro, cada rincón, cada mesa, cada mueble, cada suelo o pared, cada habitación... Era una paliza que no me apetecía nada y que mi madre siempre aprovechaba a hacer cuando yo estaba en casa, es decir, en las vacaciones de Semana Santa. Era para mí una época terrible porque madrugábamos y cada día hacíamos una habitación o dos, con un método que mi madre siempre tenía muy claro y que a mí me espantaba, y me cansaba, y a los tres días estaba ya contando las horas para terminar.

Pero ahora, muchos años después, echo de menos aquello. Lo recuerdo con una nostalgia que poco tiene que ver con la realidad de aquellos momentos. No sé por qué, estos días he estado pensando en las limpiezas de primavera y ¡me han apetecido!

Esto tiene que ser grave...