Las fiestas

Hoy, por fin, dentro de unas horas, estaré de vacaciones. Dos semanas para pasar en casa y compartir con la familia.

Aunque...

Cuando llegan momentos como éste, las Navidades, o incluso cumpleaños, bodas, bautizos o comuniones, es complicado cuando la familia tiene algún problema o cuando nos falta alguien importante.

En mi caso, y afortunadamente, no me falta nadie importante. Mis abuelos han ido muriendo en los últimos años, pero han muerto de más de noventa años todos ellos, habiendo conocido a sus bisnietos, así que creo que en ese aspecto puedo considerarme una persona con suerte.



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Mi caso es el de una hija de padres separados.

Hace ya bastantes años de ello, y las cosas se han ido relajando, porque en un principio no podíamos estar todos en la misma habitación.

Con el tiempo, todo ha ido mejorando, y, cuando celebro una fiesta, todos nos llevamos educadamente bien y ya está, pero no es ni será nunca como si mis padres estuvieran juntos.

Creo que a algunos de vosotros os sucederá lo mismo.



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Y ahora, en Navidades, yo no tengo que repartirme entre la casa de mis padres y la casa de mis suegros, sino entre la casa de mi madre, la casa de mi padre y la casa de mis suegros. Y las cosas se complican con los añadidos (llamémosles madrastras, así, aunque suene muy mal, incluso hermanastros en mi caso, que también suena fatal)

Las fiestas de Navidad se han convertido en un ejercicio de equilibrio precario que en cualquier momento puede derrumbarse y caérseme encima.



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Normalmente voy a comer con mi padre el día de Nochebuena. A comer, no a cenar. Porque cena con la familia de su pareja. Cenamos en casa de mi madre con mis hermanos esa noche (aunque este año no estará mi hermano mayor, pero eso sí que es otra historia...), y en Navidad mi hermano pequeño va a casa de mi padre a comer, mientras nosotros nos quedamos con mi madre para que no esté sola.

Nochevieja se celebra en mi casa. Me tocan suegros, pero, claro, mi madre no va a quedarse sola ese día, así que todos a casa.

Los Reyes vuelven a ser un lío: cena por aquí, al día siguiente, visita mañanera por allá. Después, comer a otro lado.

Para acabar de liar las cosas, os comentaré que mi madre, mi padre y mis suegros viven en tres ciudades distintas. Jejejejeje. No sé si es para reírme o para llorar. Como para no volverme  loca.



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Y todavía digo que me gusta la Navidad.

Pues sí. Y la verdad es que no sé por qué.