Mañana terminan las vacaciones de Semana Santa en esta comunidad y aún no os he hablado de cómo les ha ido la segunda evaluación a mis alumnos. Y la verdad es que no hay muchas novedades con respecto a la primera.
Esta evaluación es una evaluación crucial, la segunda, la del medio, en la que se ve el rendimiento de los chavales y cómo va a ir el curso, en líneas generales.
Mis alumnos, ya sabéis, tienen muchas dificultades de todo tipo, sobre todo sociales y personales, aunque también de aprendizaje; pero creo que han mejorado bastante con respecto a la primera. En realidad, los que no hacían nada ahora ya no hacen nada pero definitivamente, y los que trabajaban algo o poco, ahora ya han cogido ritmo, con lo que aprueban algunos más que en la evaluación pasada.
No estoy descontenta con los resultados, aunque este trimestre ha sido complicado en cuanto a comportamiento. Dos de mis alumnos ya no hacen nada, una de ellas ni siquiera trae mochila, libros, cuadernos o bolígrafos a clase, y procura molestar lo más posible, y el otro suele pasarse la clase dormido, pero si no es así, da mucha guerra también. A ninguno de los dos les importa un castigo, una expulsión, nada. Lo cierto es que lo único que les molesta, y es por donde hemos ido lidiando con el problema, es que les dejes sin recreo. Así que han estado castigados sin salir al recreo muchos días este trimestre. Lo sé, es triste, y no soluciona nada. En algunas clases están haciendo la vida imposible a los profesores, y no encontramos la manera de que aprovechen al menos la clase, de que no molesten...
Otro caso que hemos tenido ha sido la huída, literal, de un alumno de mi clase porque su padrastro salió de la cárcel, según salió pegó una paliza a la madre que tuvo que huir y esconderse en otra comunidad, bien lejos. Se fueron casi con lo puesto, de noche, sin avisar a nadie, y solo la asistente social ha seguido la pista de la familia. Y finalmente, hace tan solo unas semanas, supimos que el niño estaba matriculado en otro lugar. Complicado y triste.
Luego, para rematar, de esa misma clase, que en un principio eran diez y ahora son nueve, una alumna faltó un día a última hora de la mañana; nunca lo había hecho y me sorprendió bastante. Llamé al centro de acogida donde vive para avisar, pero fue inútil. Desapareció durante ocho días, ocho días que la policía, los compañeros, las educadoras y todos nos pasamos pendientes de ella, interpretando las pistas, buscándola, hasta que finalmente apareció. Supongo que no volverá al centro, que la cambiarán de provincia o al menos de instituto para que esto. no vuelva a suceder. No sé, el caso es que apareció hace quince días y no ha vuelto. Con eso me he quedado con ocho. Ocho, con dos que no hacen nada y molestan y uno absentista de los que apenas viene, aunque lo cierto es que en el último mes hemos logrado que asista al menos dos o tres días a la semana.
Ese es el panorama.
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