Un día raro

Hoy es fiesta aquí, en León, así que mis niños no tienen clase. Pero yo sí trabajo.

Hoy es San Froilán.

En otros tiempos eso habría supuesto un montón de problemas. Habría tenido que buscar a alguien para que se quedara con ellos y hacer mil malabares. Pero ahora ya se quedan solos en casa sin problema.

Además esta vez, mi chico está de baja, por aquello que os conté. No ha sido nada grave, y los cortes han ido curando, pero aún tiene que hacerse curas en un dedo y no sé si después tendrá algo de rehabilitación.

El caso es que dejo a los tres durmiendo y me voy a trabajar. Y cuando venga tendré la comida en el plato y tres  hombrecitos esperándome.

También va a ser un día de lluvia constante. 

Y, además de eso, me he metido en el lío de cambiar a un alumno de clase.

El caso es que el alumno no era mío, pero lo ha sido un par de años antes. Es un buen chico, con muchos problemas para concentrarse y para controlar su impulsividad a pesar de la medicación. Está repitiendo porque tiene un par de amigos, que repiten con él, que no le vienen nada bien en clase.

Así que le ofrecí que se cambiara de clase a mi tutoría, y aceptó, porque sabe que puede jugarse el curso de nuevo donde está.

Y ahora tengo que hacer papeles, cambiar algunas cosas, explicárselo al resto de profesores... Como si fuera un capricho mío tener un alumno más, y no uno precisamente fácil...

En fin. Todo eso en lunes, mi peor día de la semana, y pensando que mañana trabajo también por la tarde.

Pero no pienso amargarme ni llevarme mal rato, porque la semana que viene no tendremos clase el lunes, y estaremos los cuatro de fiesta. 

Así que... sssshhhhhhhhh. No los despertéis, que sigan descansando, que un día de fiesta siempre es bienvenido. Y más si es lunes.