La vida son etapas, eso está claro. (Sí, menudo pensamiento original ¿eh?) Y cuando sientes que cierras una etapa, a veces da mucha pena, otras veces es un alivio, a veces es bueno, otras no tanto, pero siempre, siempre, me produce una mezcla de vértigo y nostalgia.
Ocurrió cuando mi hijo mayor durmió la primera noche de un tirón. Fue con más de tres años y medio. Fue un alivio pensar que iba a volver a dormir después de tanto tiempo, pero también era una pena, porque ya no tenía un bebé en casa, sino un niño.
Pasó también cuando los dos crecieron y, después de intentar varias veces tener un tercer hijo, nos rendimos y regalamos todas las cosas de bebé. Cuando salieron de casa rumbo a Cáritas, algo se me rompió por dentro. Otra etapa cerrada. De las que duelen.
Así ocurre con muchas cosas, no solo con los hijos. No me supuso ninguna pena, después de once años de estudio, deshacerme de todos mis apuntes cuando por fin aprobé las oposiciones. Pero sabía que entraba en otro momento, un momento de mayor madurez, que dejaba atrás mi juventud de estudio. Y eso, también, hay que reconocer que da pena.
Me pasó lo mismo al cumplir los cuarenta. No es que fuera un trauma, ni mucho menos. Me encanta cumplir años y seguir aquí, dando guerra. Pero para mí también fue un punto de inflexión, algo que hizo que me replanteara muchas cosas, que se cerrara una etapa y empezara otra.
Luego llega un día en que ves que tus padres ya son mayores. No diré ancianos, porque yo aún no les veo ancianos, pero sí mayores, y necesitan más de ti que tú de ellos. Eso llena tu mente de recuerdos de otros tiempos, de las vacaciones todos juntos, de mi madre siempre ocupada haciendo miles de cosas a la vez, de un montón de cosas que se agolpan en mi mente cada vez que pienso que me necesitan.
Y en estos días siento que se ha cerrado otra etapa: una que he disfrutado mucho, afortunadamente, y que me ha llenado de miles de cosas, de anécdotas y de historias. Hace unos días murió el último de los hermanos de mi abuela paterna. Tenía 95 años y ahora ya estaba muy malito. Ha sido una mezcla de la pena propia del momento con el alivio de ver que una persona a la que quieres va a dejar de sufrir. Y también ha sido el momento en que me he dado cuenta de que no queda nadie de esa generación para dejar constancia de una época. Afortunadamente, siempre me ha encantado escuchar lo que quisieran contarme, todos mis abuelos y sus hermanos, que han sido muchos. Como os digo, los he disfrutado porque siempre he buscado su compañía. Y mi hijo mayor también. Me alegro de que no hace mucho pasáramos la tarde sentados al sol con mi tío a la puerta de su casa, en una de nuestras visitas al pueblo. Y de que mi chico escuche tanto como yo lo he hecho siempre.
Dicen que uno no muere mientras lo recuerden, así que mis tíos tienen para rato, porque siempre voy a acordarme de ellos, y espero que mis hijos también.
Que bonito, Ro!!! Tus palabras me han atraído tantos recuerdos de golpe que me he emocionado y se me ha escapado alguna lagrimita.
ResponderEliminarBesotes
Coquelicot
A mí estas cosas también me emocionan.
EliminarBesos.
Es una manera preciosa de despedirte de alguien, hablando de él y de sus recuerdos. En mi familia hablamos mucho de los que nos faltan y los tenemos muy muy presentes, bueno para ser sincera de mi madre todavía no hablo mucho, todavía duele demasiado, tiempo al tiempo. Pero ver que se acaba una generación da mucha, mucha nostalgia. Mi pésame por tu pérdida y mi felicitación por haber podido disfrutar 95 años, que no son pocos, de tu tío abuelo.
ResponderEliminarUn besazo enorme Ro.
Lo peor es que no he podido ir a despedirme de él por diversas cuestiones, principalmente por trabajo, y tengo que hacerle una visita a mis primos.
EliminarBesos.
Hace unos días murió la madre de un amigo, así, de repente. Una mujer llena de energía, y siempre ayudando. No puedo dejar de darle vueltas, porque hemos estado mucho con ella, pero es que además, al desaparecer ella, las relaciones entre sus hijos van a cambiar mucho. Mi madre siempre lo dice, "el día que yo no esté...". Y por desgracia soy consciente de que lleva mucha razón.
ResponderEliminarEso ya me es más complicado de digerir, que alguien muera de repente, cuando no toca.
EliminarBesos.
Tienes mucha razón, cuando eres consciente de que se cierra una etapa da vértigo. A mi lo que me pasa es que no suelo darme cuenta hasta que ha pasado el tiempo, y casi lo prefiero.
ResponderEliminarUn abrazo!
Marialu
Muchas veces no te das cuenta hasta que la etapa ha pasado, es verdad. Pero otras sientes que las cosas están cambiando, y da miedo.
EliminarBesos.
Como muchas veces: me emocionas y me remueves por dentro. Demasiadas cosas.
ResponderEliminarMe gusta que ya veas en tus hijos cosas tuyas tan buenas y seguro que sí, tus tíos van a ser recordados y sabiéndolo sonreirán allá donde estén :*
Carmen M
También veo en ellos cosas malas mías. Los genes mandan. Jajaja.
EliminarBesos.
Q bonito has descrito momentos q a mi me dan mucha tristeza
ResponderEliminarDan tristeza pero también suponen una evolución, y eso siempre es bueno.
EliminarBEsos.
Los abuelos (y tíos abuelos) son lo mejor del mundo! Un abrazo muy fuerte! <3
ResponderEliminar(ahora imagino a futuros sobrinos nietos que en lugar de escucharme lean el blog, jajaja)