jueves, 31 de agosto de 2017

Lo que he hecho este verano

Hace un tiempo os dije lo que me apetecía hacer, cuáles eran mis planes para este verano. Ha llegado el momento de hacer balance y ver qué he logrado de todo aquello que quería.

Terminar un montón de botes y potingues que tengo en casa.

Terminar, terminar no lo he hecho. No he acabado con todo y además sigo comprando. Pero sí le he dado bastante uso a todo lo que tenía por ahí a medias, y he tirado cosas caducadas o empezadas y estropeadas. Y he comprado muchísimo menos, consciente de mi problema, especialmente con los champús (tengo habitualmente no menos de cuatro o cinco champús empezados). Y también he hecho una limpieza importante en la cocina, retirando productos caducados y usando cosas que tenía perdidas al fondo de los armarios. En este sentido estoy bastante satisfecha, y quiero seguir por ahí.

Darle una vuelta a la casa.



La vuelta no ha terminado del todo, me faltan algunas cosas, pero he limpiado todos los armarios de la cocina, archivé y organicé libros, recogí los armarios roperos, limpié y organicé las habitaciones de los niños, y por último he preparado en cajas todo mi material de papelería, que no es poco. Me faltan  (estoy en ello) mis armarios y mi ropa. Así que esto también lo he hecho, pero es cierto que han ido entrando libros nuevos que aún no he clasificado, y me falta lo que dejo siempre para el final, mi armario.

Moverme más.



Quizá este ha sido el propósito que menos o que peor he cumplido en todo el verano. Me he movido muy poco, y desde luego menos que en invierno y mi propósito con el yoga se quedó en nada. Es más, no he querido pesarme en el último mes porque ha sido un descalabro de comidas, cenas, vacaciones y dejarse llevar. Mañana día uno vuelvo a la vida rutinaria, que es lo mejor para mis comidas y mis actividades.

Pasar buenos ratos con mis chicos.



Hemos hecho muchas cosas juntos, que para eso es verano. Y ahora mismo tengo el buen sabor de nuestras pequeñas vacaciones, que hemos disfrutado mucho los cuatro. Lo cierto es que, cada vez más, vamos programando actividades por separado para unos y otros. Es normal, están creciendo y necesitan su espacio y dejar sitio a sus intereses. Pero esos ratos juntos han estado muy bien.

Probar sitios nuevos.



No ha sido tanto como hubiera querido, pero hemos salido a comer por ahí con los niños, de tapas, a probar sitios que no conocía, y siempre con buenos resultados, así que en este aspecto también estoy contenta.

Trabajar un poco.



No, no he trabajado nada, al menos hasta esta semana, porque ya era urgente, porque ya tocaba. Sé que os sonará fatal, pero no he tocado un libro relacionado con las clases, nada, en todo el verano. Y sí, el verano es para descansar, y desconectar. Y lo he hecho tan bien que ayer le preguntaba a una compañera qué tenía que hacer mañana, porque veo el calendario de actividades de septiembre y mi mente no coordina muy bien todavía.

Renovar el blog.

Como veis, algo que tampoco he hecho. Sigue igual, porque me da pereza mover nada, aunque sé que tengo que hacerlo. Y ahora ya si que tendré que dejar pasar un tiempo, al menos este mes de septiembre, que para mí es un mes de mucho trabajo.

Como conclusión os diré que el resultado de mis planes de verano, en el que pensaba hacer tantas cosas ha sido regular: creo que mitad y mitad. He cumplido algunos de mis propósitos y de otros no he hecho ni caso.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Persona normal y El libro salvaje

Este verano he leído mucho, muchísimo. Tanto que estoy a punto de cumplir mis expectativas marcadas en Goodreads para todo el año: leer 70 libros. Son setenta libros un poco de aquella manera, porque he leído cómic y muchas novelas breves este año, así que digamos que no son "reales", pero sí estoy volviendo a un ritmo de lectura que me gusta, y que, por supuesto, no ha disminuido mi lista de libros pendientes, que crece cada día a un ritmo vertiginoso.

Os comento que septiembre es mi mes menos lector, porque tengo mucho trabajo, porque empezar el curso siempre me hace ilusión pero también me pone de los nervios; suelo dormir mal y no encuentro la concentración necesaria para leer.

Así que en las próximas semanas os iré hablando de los libros leídos este verano y que tengo pendientes de reseñar por aquí, que son muchos. Y esta vez he unido dos novelas que tienen muchas similitudes para no eternizarme y seguir hablando hasta el mes de diciembre de mis lecturas del verano.



Título: Persona normal.
Autor: Benito Taibo.
Editorial: Booklet (la portada no es la de la edición española, pero esta es más bonita).

Persona normal es un libro que se ha convertido en todo un fenómeno en México, y que tiene fans por todo el mundo. Si entráis en Youtube podéis ver mil vídeos que demuestran la adoración que muchas personas sienten por esta novela.

Tiene como protagonista a Sebastián, un chico que ha perdido a sus padres y va a vivir con su tío Paco, una persona poco convencional que le enseña el valor de la literatura en la vida y le da grandes enseñanzas y consejos para vivirla.

Y ya.

Quiero decir, que en la novela pasa poco más que eso y para mí es un compendio de cosas políticamente correctas y de frases grandilocuentes para subrayar, sobre los libros, el amor a la literatura, sobre la vida, y cómo debemos vivirla. No me ha llegado. Me ha aburrido y me ha resultado un producto bastante vacío. Pero no he encontrado en la red ni una sola crítica negativa del libro.



Título: El libro salvaje
Autor: Juan Villoro.
Editorial: Fondo de cultura económica (México).

El libro salvaje trata sobre un niño que va a pasar las vacaciones con su tío, que es bastante excéntrico.  Esas son las similitudes con la novela anterior. Pero esta, sin terminar de convencerme, me ha gustado más, porque no está siempre dándonos lecciones en cada esquina y en cada página.

El tío del protagonista se ha dedicado siempre a los libros y no a las personas, así que conoce mucho de los primeros y poco de las últimas. El chico tiene que vivir con él en una especie de espacio mágico que es su casa en el que puede extraviarse en cualquier momento y que está lleno de habitaciones extrañas repletas de libros de distintos tipos. La idea que subyace en toda esta historia es que los libros tienen vida, y que los lectores que leemos un determinado libro, leemos algo diferente dependiendo de nuestras experiencias y estados de ánimo.

Ya os digo que no me ha terminado de convencer, pese a ser más interesante que el anterior, porque me ha parecido bastante infantil.

martes, 29 de agosto de 2017

Nuestras vacaciones 2017

Este año nos decidimos por Cádiz, ya os conté el motivo (teníamos pensado ir el año pasado y se nos chafaron los planes) así que era algo que teníamos claro, porque tampoco podíamos hacer otros viajes que a mí me apetecían y que tengo programados, sobre todo por cuestiones económicas.



También teníamos claro, al menos yo, que no íbamos a un complejo turístico al lado del mar ni a un hotel de esos con animación para los niños que están tan de moda. Entiendo que para muchas familias sean un buen recurso, pero solo fuimos una vez y no nos pareció una buena experiencia. No me gusta eso de quedarme en un hotel todas las vacaciones, igual que no me gusta tostarme en la playa.

Por todo eso alquilamos un apartamento en el centro de la ciudad, para poder movernos a la playa (una, la Caleta, a diez minutos andando, otras a veinte y otras para ir en coche o en autobús) pero también y sobre todo para disfrutar de la ciudad. Y así ha sido.



Y sí, tirando de tópico, en un primer momento me recordó a La Habana, por ubicación, por sus calles, por su malecón... pero esa sensación pasó pronto.

Por las mañanas, mientras mi peque jugaba y los otros dos dormían, he salido a pasear sin demasiado calor, buscando cafeterías chulas para desayunar y visitando todos los barrios y recorriendo todas las calles que he podido. He pasado todos los días un par de horas o tres fuera, viviendo la ciudad. Después hemos salido un rato. Para nosotros hacía demasiado calor para ir a la playa, así que nos hemos refugiado en las calles estrechas del centro y hemos disfrutado de los aperitivos, de lugares curiosos para comer, o de comer un bocadillo los cuatro en casa, algo que no solemos hacer habitualmente.

Después de la siesta, hemos ido a la playa, pero ya a cerrarla. O sea a las seis o más tarde hasta que se ha hecho de noche. Ver anochecer en la playa es algo que creo que nunca había hecho, por cuestión de haber pasado muchos veranos en el Mediterráneo, en que mi madre nos imponía playa mañana y tarde, a horas de mucho calor, y luego salir a pasear por las noches. Y porque más tarde he ido poco a la playa y muchas veces lo he hecho en el Cantábrico, y no ha sido nunca el plan. Creo que, por ese motivo, por ir a la playa cuando no hace calor, me he reconciliado este año con la playa.



Hemos visto, por tanto, maravillosos atardeceres, con una luz preciosa. Y hemos cenado en la playa, algo que tampoco había hecho nunca. Porque no puedo comer en la playa, así que soy de esas raras personas que no va con nevera y comida, porque odio masticar arena y odio la arena en general. Pero comer unas tapas en un chiringuito es otra cosa y cenar, como hicimos una noche, en el Nahu Beach, tan recomendado por varias personas, fue una muy grata experiencia.

Algunas noches también hemos salido a pasear, antes o después de cenar, pero yo soy poco nocturna y no hemos probados los locales nocturnos de la ciudad, aunque mi adolescente me sugiriera cada noche irnos de copas... jajaja.

En estos días nos hemos movido para pasar el día a Gibraltar y Bolonia y otro día para ver Vejer de la Frontera. Y los dos planes resultaron estupendamente. Gibraltar nos gustó más de lo que esperábamos (mis expectativas eran muy bajas) y Bolonia es una de las playas más bonitas que haya visto.



Vejer es un precioso pueblo blanco que nos encontramos en fiestas y que nos encantó recorrer ya al anochecer y sin calor.

Ha sido un viaje estupendo, quizá porque hemos estado bastante a nuestro aire, cada uno siguiendo los horarios que le dictaba su cuerpo, sin prisas y sin imponernos nada unos a otros ni a nosotros mismos: unos han disfrutado de dormir hasta que han querido, otros de pasear, otros de jugar y leer, y todos felices.

lunes, 28 de agosto de 2017

El silencio es un pez de colores. Libro viajero

Este libro es la segunda edición de libro viajero de uno de los grupos que formamos aquí en el blog y que tan buenos ratos nos están haciendo pasar. El primero fue Tres días y una vida y lo escogí yo. Esta vez ha sido el último libro de Annabel Pitcher y lo ha escogido Inés.

He sido la última en leerlo y eso ha estado muy bien, porque aparte del texto, tienes cientos de comentarios de todas y vas conociendo sus opiniones a medida que lees. Y eso es lo que resulta tan divertido de los libros viajeros, compartir esta afición con otras personas, todas diferentes y con distintos puntos de vista.



Título: El silencio es un pez de colores.
Autora: Annabel Pitcher.
Editorial: Siruela.

Teníamos algunas de nosotras (tal menos yo) muchas ganas de leer este libro porque había leído anteriormente Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea y Nubes de kétchup y ambos me habían gustado mucho e incluso los he llevado a clase para leer con mis alumnos, y además en repetidas ocasiones.

Y creo que por eso mismo nos ha decepcionado un poco.

El libro se ha hecho largo, porque daba muchas vueltas al mismo tema, y los personajes no han resultado del todo creíbles. Aún así, el conjunto no ha estado mal y puede ser un libro entretenido si no sabes que escritora ha escrito cosas mejores. Mucho mejores.

Por tanto, la experiencia ha sido un diez, pero el libro no tanto, aunque los hay mucho peores en esto de los libros viajeros (guiño a otro de mis grupos, ese que tiene mala suerte con las lecturas escogidas).

Ah, y ya estamos con el tercero, por si alguien lo dudaba. Esto engancha.


domingo, 27 de agosto de 2017

El campamento de música: resultados

Os conté por aquí que mi peque iba a un campamento de música, en una localidad de la provincia, y lo nerviosos y preocupados que estábamos, deseando que todo fuera bien. Así que ahora, que ya está de vuelta, tengo que contaros cómo le ha ido.



Creo que comenté que habíamos reservado la primera noche a ver si le gustaba y se quería quedar, aunque el campamento lo había pedido él, pero para realizarlo de forma externa y venir todos los días a dormir a casa.

Al llegar, formalizamos un par de cosas, le regalaron una camiseta y unos cedés, y nos dejaron subir a su habitación para que se instalara, deseándole que se quedara, porque había muchos niños de su edad.



La habitación, situada en un colegio de frailes, debía de ser antiguamente una de esas habitaciones enormes para muchos niños, y más tarde hicieron divisiones para dar un poco de intimidad a cada uno, con el resultado de pequeños cubículos en los que solo cabía la cama y un armario, sin puerta y cuyas paredes no llegaban al techo.

Todos los niños de las mismas edades dormían juntos en uno de esos dormitorios y con ellos el monitor, en otra de esas celdas monacales.

Le encantó tener cierta intimidad, ya que le habíamos avisado de que dormiría con otros niños, y eso no le gustaba nada. Después bajamos rápidamente porque tenía su primera clase antes de comer.



Las clases eran en forma de talleres, a veces individuales y la mayoría colectivos. Él se apuntó a un taller de edición de partituras por ordenador, uno de improvisación y otro de yoga, aparte de sus clases de viola y de orquesta diarias. Eso le dejaba a lo largo del día muchas horas libres, que me preocupaban más que otra cosa, por si se aburría. Pero no había querido apuntarse a más talleres porque unos no le interesaban y otros eran para mayores.

A lo largo del segundo día le estuve mandando mensajes desde la mañana a la noche y sus respuestas se limitaron a una lista de lo que había comido. A última hora de la tarde llamé a su monitor para ver qué tal y decirle que parecía que se quedaba a dormir, aunque a lo mejor él lo sabía mejor que nosotros. El monitor dijo que estaba muy bien, que había una pequeña pandilla de niños de su edad y que había salido al quiosco y al parque en ese rato.

Los días se fueron sucediendo y no pidió en ningún momento que le fuéramos a buscar, ni siquiera nos llamó por teléfono con pena o con algún momento de bajón.



Los últimos días asistimos por la tarde a los conciertos de los alumnos y profesores del curso, y finalmente el sábado le recogimos. Estaba muy cansado y hicieron falta un par de días para que nos contara algunas cosas.

Lo ha disfrutado mucho, quiere repetir el año que viene, pero le molesta comer fuera de casa y le molesta la gente en grandes dosis, porque ha estado pocos ratos solo, y eso, que a mí me parecía tan bueno, a él le resulta un poco agobiante.



Me ha encantado que haya podido realizar el curso, que haya disfrutado de la experiencia, porque no pensé que al final se quedara los ocho días. Me encanta verle más independiente y os juro que cuando llegamos un día y le vimos sentado en unas escaleras con un grupo de chicos, riendo y hablando se me rompió el corazón porque nunca, en once años, había visto a mi hijo así. Le he visto con otros niños, pero siempre con ganas de marcharse, siempre con la sensación de que allí no pintaba nada, siempre observándole desde lejos incómodo y con pocas ganas de interactuar.

Ha estado muy bien, y ha socializado, pero no hay milagros en ninguna parte. No sé si me entendéis.

sábado, 26 de agosto de 2017

Vuelta a la rutina

Cuánto tiempo que no me sentaba al ordenador... ya lo echaba de menos...



Me quedan aún unos días de vacaciones, lo sé, porque no empiezo a trabajar hasta el día 1, pero hoy mismo he vuelto a mis rutinas de comidas (al menos eso espero) y de horarios.

Me gusta madrugar, no solo porque madrugar es de guapas, sino porque me cunde mucho más el día y puedo hacer algunas de las miles de cosas que siempre me propongo.



Así que en estos días quiero coger el ritmo de levantarme pronto, de comer sano, moverme un poco y disfrutar de estos días que quedan de verano, aunque sea trabajando.



Tengo algunos factores en contra: la piscina con sus meriendas y cenas interminables; las próximas barbacoas y paellas que ya hemos planeado; un proyecto en el que iba a trabajar este verano pero que no he tocado; la incertidumbre del inicio del curso...

Pero muchas cosas a favor para disfrutar de estos días; vengo relajada de un viaje que ha resultado estupendo, en el que hemos acertado con los lugares, con los hoteles, con todo... ; me apetece, como siempre a estas alturas de verano, empezar en curso, así que no hay dramas por volver a las clases; tengo miles de cosas pendientes, como por ejemplo, mirar a ver qué libros necesitarán mis hijos, pero estoy la mar de tranquila y sin agobios, y espero seguir en este modo zen durante mucho tiempo (aunque no confío nada en ello, jejeje).




Bueno, pues eso, que ya estoy de vuelta.

Rutina, ven a mí.

martes, 22 de agosto de 2017

Pueblos blancos

Ayer tocó ruta por los pueblos blancos.



Como no conocíamos nada esta zona, nos ha encantado.



Y eso que no somos nada de visitar pueblos, nos gusta más el ajetreo de las ciudades.

domingo, 20 de agosto de 2017

Seguimos por aquí

Sí, seguimos en Cádiz, disfrutando del mar, de comer muy muy bien y de descansar y montón.


sábado, 19 de agosto de 2017

Gibraltar

Más que nada por curiosidad, nos apetecía conocer Gibraltar. Y ayer nos lanzamos a visitarlo, además de pasar la tarde en un lugar maravilloso.


Bolonia, como me recomendasteis algunos por aquí.



Y Baelo Claudia.



jueves, 17 de agosto de 2017

Ya estamos aquí

Cádiz es una ciudad alucinante. Aún nos estamos conociendo, pero me parece que nos vamos a gustar.


Os seguiré contando.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Salimos rumbo al sur

Estamos de viaje, rumbo al sur. Hoy empieza nuestro verano familiar en Cádiz.



Ya os contaré.

lunes, 14 de agosto de 2017

El hombre que se enamoró de la luna

Dina recomienda fervientemente este libro en su canal. Y, como ella decía, es un libro que tengo desde hace mil años, y que me había preguntado varias veces de dónde habría sacado la recomendación o por qué estaba allí porque no me llamaba nada la atención.

Finalmente me he decidido, en este verano que está siendo especialmente lector, y no como otros años de sagas juveniles y novelas ligeras.




Título: El hombre que se enamoró de la luna.
Autor: Tom Spanbauer.
Editorial: Austral.

Si os cuento que es una historia que se desarrolla en el oeste, cuyo protagonista es un niño indio huérfano que vive en un prostíbulo y que allí desde pequeño no tiene más remedio que vender su cuerpo para ganarse la vida, pensaréis en un drama o en un tipo de libro que no es el que ha escrito este hombre. Porque la verdadera historia que cuenta es la de la búsqueda de la propia identidad, y trata hechos muy dramáticos como si no lo fueran en absoluto.

¿Qué puedo decir de este libro?

Primero, que está bien escrito, muy bien escrito.

Segundo, que es una de las historias más extrañas que he leído en mi vida.

Tercero: aún estoy pensando si me ha gustado o me ha horrorizado. Desde luego no me ha dejado indiferente, pero no sé si para bien o para mal. Por momentos decía: venga ya, este hombre está como una verdadera cabra. Y en otros... en otros también.

En fin, que me ha encantado leerlo, porque es algo totalmente diferente, un libro que me ha sorprendido muchísimo, y que me ha tenido enganchada a la lectura durante días, pero no os lo recomiendo, no es un libro que regalaría ni recomendaría salvo que lo hiciera a alguien que supiera que está bastante loco. Y sí, tengo curiosidad por leer algo más de este escritor, pero no sé si ahora mismo...


domingo, 13 de agosto de 2017

Esta semana 31

Esta semana comenzó de la mejor manera posible: con un esperado encuentro con amigas, que vinieron a mi ciudad. Disfrutamos mucho del día juntas, casi no hablamos, y estamos deseando vernos de nuevo.

A ver si os reconocéis en la foto...

Esta semana mi peque ha estado toooooooooda la semana fuera. Y a mí se me ha hecho interminable. Sí, lo sé, no tengo motivos para quejarme. Ayer fuimos a buscarlo por la tarde. Lo ha disfrutado muchísimo, ha estado contento, no se ha acordado de nosotros para nada, ha sido feliz, y ha jugado e interactuado con otros niños. Pero lo he echado tantísimo de menos...

Esta semana no hemos tenido muy buen tiempo. No, al menos, un tiempo de verano, de piscina y calor. Ha sido irregular, con tardes de viento y hasta frío, y entre unas cosas y otras apenas he ido a la piscina.



Esta semana ha sido el cumpleaños de mi hijo mayor. Dieciséis años ya. Salimos los tres a celebrarlo a un restaurante nuevo que nos encantó. Cada vez es más mayor, se puede hablar con él de todo, y me gusta la persona que es, algo que a veces me sorprende y no sé por qué, como si de vez en cuando lo mirara desde fuera, no como su madre, sino como una observadora extraña y pensara: me cae bien este chico. Otras veces lo miro como su madre que soy y me dan ganas de matarlo, claro.

Esta semana hemos tenido conciertos, porque hemos ido como público a los que han dado los asistentes al curso de verano de mi peque, y me han encantado, como me pasa siempre.



Esta semana he leído un montón pero parece que se me acumulan los libros pendientes, empezados y a medias, así que tengo el firme propósito de no empezar nada nuevo en estos días y de terminar todo lo que tengo a medias para empezar libro nuevo en el viaje. No sé si a alguien más le pasa, pero me encanta empezar libro al empezar un viaje, y elegirlo bien para relacionar el lugar con el libro, o los libros, que leo allí.

Esta semana estamos ya dispuestos y preparados para irnos en un par de días de vacaciones al sur. A ver qué tal se nos da...


sábado, 12 de agosto de 2017

Bookshelftour

Me encanta ver este tipo de cosas, ya sea en youtube (red social que utilizo poco porque no encuentro tiempo para tanto vídeo) como en IG. Y en estos días, muchos ya lo sabéis, he estado haciendo el mío.



(Vale, por si alguien no lo sabe, un #bookshelftour es un viaje por la librería de una persona, una ruta guiada por lo que allí hay)

Ayer terminé mis estanterías del salón, las más abarrotadas de libros, pero tenía intención de enseñar las de los niños, aunque no sé si lo haré al final o no, más que nada por falta de tiempo. Veremos.



Me ha encantado, con mi mala memoria, recordar algunas lecturas, ver que tengo libros que no he leído y que me gustaría hacerlo y libros que no me importaría que no estuviesen ahí y no haberlos leído nunca.



Y lo cierto es que el ritmo al que crece mi colección de libros ha bajado mucho en los últimos años, primero por una razón poderosa: hijos pequeños, que me mantuvieron lejos del mundo literario durante un tiempo, y después el libro electrónico, del que soy gran defensora y que me parece lo más cómodo del mundo para ir y venir y leer lo que te apetezca.



El libro como objeto de deseo ya no lo es tanto para mí salvo en lo que se refiere a novelas gráficas y libros ilustrados, o ediciones muy cuidadas y especiales de libros que sé que voy a querer tener. Y reconozco que me gusta la idea de no acumular tantos libros como solía, porque no tengo espacio en casa para todo lo que me apetecería tener, y no me refiero solo a libros...

Pero tampoco haré nunca como un conocido mío, que se deshizo de todos los libros y cedés cuando empezó la era digital y no ha vuelto a comprar libros ni música en formato físico.

jueves, 10 de agosto de 2017

La uruguaya

Hoy vengo con otro libro que he leído este verano, porque se me acumulan y quiero hablar de ellos antes de que haya pasado el tiempo y se me olvide completamente de qué trataban.

A finales de julio, Bienve me mandó de deberes leer este libro. En realidad nos lo aconsejó a todas porque le había gustado mucho. Y nos dispusimos a hacerle caso.



Título: La uruguaya.
Autor: Pedro Mairal.
Editorial: Libros del Asteroide (no es la portada que os pongo pero es que esta me gusta más)

La novela narra un día en la vida del escritor Lucas Pereyra, pero un día decisivo en el que muchas cosas cambiarán para él.

Se trata de un cambio en el tipo de libros a los que estoy acostumbrada, ya que es una novela escrita en español de Argentina, con un lenguaje muy vivo que te sorprende desde la primera página.

Es un libro muy breve pero encontramos en él unas maravillosas descripciones, reflexiones sobre temas tan variados como el amor, el sexo, el paso del tiempo, la familia, la paternidad, la amistad,... todo ello contado con una voz narrativa que es la del propio protagonista y que nos lleva de la mano por sus pensamientos y motivaciones de una forma que me ha encantado.

Lucas tiene una vida como tantas, con sus cosas buenas y malas, pero ese día tiene que hacer algo, o decide hacer algo, y ese algo implica un viaje al país vecino, y será un viaje que, como el de Ulises, te cambia la vida y la de los tuyos.

Un libro que me parece muy interesante y que os recomiendo mucho.

miércoles, 9 de agosto de 2017

He visto 34: Mirai nikki

De vez en cuando, sigo los consejos de alguno de mis alumnos o ex alumnos en cuanto a libros, películas o series. Si ellos aceptan muchas veces mis consejos, yo también puedo aprender muchas cosas de ellos. Y en los últimos tiempos me he aficionado un poco al manga y al anime. Y he visto algunas cosillas.



Mi primer encuentro con este tipo de series fue con Death Note, que la vi con mi hijo mayor, y luego ya he visto unos cuantos. Hace no mucho os hablaba de Toradora, que me encantó, con esa mezcla de humor y romance tan tierna, y también Orange.

Ya sé lo que me vais a decir: que esto de los mangas y los animes os importa un pimiento e incluso menos. Pero en dos días me he visto este anime que me ha parecido muy entretenido y bastante bueno.

Es, como dicen mis chicos, una rayada total. El protagonista, Yuki, es un chico muy tímido y poco sociable que tiene dos amigos imaginarios; uno es Deus ex machina y el otro Murumuru, su ayudante. Además, el chico escribe en su móvil una especie de diario de todo lo que ocurre a su alrededor. El dios le propone una especie de juego, que consiste en que su diario se convierte en un "diario de futuro", es decir, que predice lo que va a suceder en los próximos noventa días. En el mundo habrá un total de doce personas poseedoras de diarios de futuro y tendrán que matarse entre ellas porque solo puede quedar uno, que será un dios, ya que al dios existente le queda muy poco tiempo de vida.

Ya, ya sé que leído así llama poco la atención, pero la historia es aún más complicada de lo que parece, y luego cuando crees que sabes de qué va todo resulta que no es como creías... en fin, que me ha gustado bastante, porque es una historia en la que nunca sabes lo que va a suceder a continuación y que te va creando cada vez más dudas a medida que avanza.




martes, 8 de agosto de 2017

Un viaje soñado: Nueva York

Os lo he dicho cientos de veces. Tengo unas ganas terribles de conocer Nueva York, llevo tiempo ahorrando para ello, y creo que este año (y cuando digo año me refiero a curso) tiene que ser la definitiva.



No puedo hablar muy alto porque este viaje depende de tantas cosas, no solo económicas, que es probable que mi ilusión tenga que ser aplazada... otra vez.



Pero, en primer lugar, había pensado que tenía que ser un viaje familiar, porque mi hijo mayor tiene un montón de ganas de viajar a Estados Unidos y ya nos parecía que teníamos que ir todos. Eso suponía un desembolso bastante importante.



Pero resulta que lo hemos pensado mejor, porque mi hijo este verano ha estado en Jersey, y el próximo verano tenemos pensado que vaya a Estados Unidos, y tiene cientos de oportunidades de viajar que nosotros no hemos tenido, así que iremos los dos solos. Viaje de aniversario, o cualquier excusa que le pongamos, pero ya va siendo hora de volver a viajar los dos solos.



Y eso me arregla un poquito el tema económico, está claro.



Además, este año hay un par de puentes curiosos en el primer trimestre, en especial el de la Constitución, y solo falta ver si podemos arreglarlo pronto para tener libres esos días los dos. Y si no, lo intentaremos en otro momento, pero espero que de este año no pase.

Mientras tanto, sigo soñando con ese destino. Espero que no me decepcione.

lunes, 7 de agosto de 2017

Ritos funerarios

Había leído alguna buena reseña de este libro, de Bettie, por ejemplo, y de Marialu, y me hice con él en cuanto pude.



Título: Ritos funerarios.
Autora: Hannah Kent.
Editorial: Alba Editorial.

Me costó bastante arrancar, por lo extraño que me parecía todo. No en sí la historia, sino los lugares, los personajes, las costumbres, la forma de vestir y de actuar, así como las palabras, el vocabulario, los nombres de los personajes... En serio que me costó bastante meterme en la historia por todos esos motivos.

La novela trata sobre la última mujer condenada a muerte en Islandia, a la que llevan a una granja de la comarca donde sucedieron los hechos y tiene que convivir con los habitantes del lugar en espera de la ejecución. Pero saber el final no resta ni un ápice de emoción a la historia.

El costumbrismo es brutal, hace que te sorprendas a cada paso por la forma de vivir de Islandia a finales del siglo XIX, por las durísimas condiciones de vida en un lugar y un paisaje absolutamente inhóspitos.

La crudeza con la que se cuentan las condiciones de vida y las costumbres y tradiciones, la forma de vivir en esos lugares y en esa época es admirable, e hizo que me trasladara, en lo más caluroso del verano, a paisajes helados y por momentos llegué a sentir el frío que pasan los personajes, y la vida tan extrema que llevan.

Y fuera ya de esos aspectos, que son muy importantes en el libro, está la historia, que es una historia real, o al menos basada en hechos reales y muy documentada, ya que incluye textos legales y cartas y documentos de la época.

Un libro muy interesante, diferente, y muy recomendable, aunque quizá no sea lo que solemos llamar una lectura de verano.


domingo, 6 de agosto de 2017

Esta semana 30

Esta semana no ha sido tan tranquila como la pasada, pero tampoco es que haya hecho gran cosa, no creáis.



Esta semana sí, ha habido piscina, ha habido meriendas con amigos, ha habido vinos con amigas, encuentros estupendos, visitas familiares, idas y venidas... Bueno, a lo mejor sí que he hecho unas cuantas cosas...

Esta semana ha empezado el mes de agosto, y no conozco mes más rápido que este. Siempre pienso: me queda un mes y luego a los cinco minutos ha terminado. Empezó el martes y ya va que vuela...

Esta semana he bajado el ritmo de mis lecturas; sigo leyendo pero he hecho muchas más cosas y no me ha cundido tanto como me gustaría.



Esta semana hemos terminado con el inicio del campamento de música de mi peque, y aún no os puedo decir si la cosa va bien o mal. Solo me ha informado de lo que ha comido y cenado ayer y el mensaje de esta mañana era: Ya he desayunado. Igual como siempre ha comido tan mal, me he pasado de la raya con lo de que coma lo que le pongan...

Esta semana hemos estado en el pueblo a ver a mi padre y hoy nos vamos a ver a mi madre, todo esto aderezado con sobrinos, que son la cosa más bonita del mundo.

Esta semana hemos tenido viento, un calor bochornoso, y finalmente un fresquito que rozaba anoche el frío y que no me gusta nada para esta época del año.



La próxima semana empieza con otro encuentro estupendo, y voy a intentar exprimir el verano porque se nos va a toda velocidad.

¿Qué tal vuestra semana?


viernes, 4 de agosto de 2017

El campamento de música

Mañana mi peque se va durante ocho días a un campamento de música en una localidad cercana a nuestra ciudad.



Estoy, como ya imaginaréis, un poco nerviosa, no porque se vaya, no por el campamento, sino por cómo es él y por ver si se va a adaptar a vivir con otros chavales y adultos durante tantos días. Porque ya os lo he contado por aquí alguna vez: su principal problema es socializar.

Este campamento lo ha elegido él, ha salido de él, no le estamos obligando ni imponiendo nada, ni siquiera ha habido que convencerle de nada. Pero, a pesar de todo, no sé cómo puede salir.




Tiene muchas cosas nuevas para él: una profesora nueva de su instrumento que estará con él cada día; más profesores a los que no conoce, a ninguno; comer fuera de casa (algo que odia); compañeros nuevos (aunque dos de su especialidad son conocidos del conservatorio); dormir fuera de casa (no lo ha hecho nunca si no es en casa de familiares o amigos.

La ventaja es que si esto sale bien, será para él un paso gigante en su desarrollo, en su evolución para hacerse mayor. En realidad, ya lo está siendo, por su decisión de ir, y solo espero que lo disfrute para que cada vez abra su mente a más cosas y a más personas.




En estos momentos me dispongo a prepararle la maleta, ya que hoy pasamos el día fuera y mañana no quiero sorpresas ni olvidos de última hora. Ya os contaré cómo nos va.