lunes, 30 de noviembre de 2015

Abigail Halpin

Navegando por ahí, me encontré una ilustración de Abigail Halpin. Y me enamoró.

Fue esta.



Y luego, buscando y buscando, encontré muchas más. Os pongo un par de ellas. Pero tenéis un montón en el enlace de arriba.




Todas las imágenes son de la autora, sacadas de su tablero de Pinterest.

Creo que, para empezar la semana, están muy bien.

domingo, 29 de noviembre de 2015

En esta semana (44)

He tenido unos días muy productivos, de esos en los que vas viendo resultados a tu trabajo, con reuniones, nuevos proyectos, correcciones de pruebas de mis alumnos con bastante buenos resultados,... no sé, en definitiva, una semana muy ocupada pero satisfactoria.

Eso sí, debo decir que lo que más tiempo me lleva al cabo de las semanas es ayudar a mi hijo pequeño con sus deberes. Me parece que hemos entrado en una espiral de la que es difícil salir. Estoy por hacerme insumisa, y lo digo totalmente en serio. No se puede tener a un niño de diez años más de dos horas diarias solo con los deberes. Nuestros niños están perdiendo la niñez.



Vale, ya me he desahogado un poquito. Más cosas.

1. El Black friday pasó y yo, por supuesto, piqué, y mucho. Creo que os lo contaré esta semana, porque han sido distintas cosas...



2. Me apunté a un proyecto colaboración de bopki y me han enviado una caja llena de sobres de café que voy a repartir en el insti, así que nos espera una semana de pruebas cafeteriles.



3. Sigo con mi operación unfancy-konmary y esta vez le he dado la vuelta a todas las camisetas, lo cual creo que era la parte más dura del asunto.



4. He conocido este artículo,  y este principio, gracias al blog de Lila&Cloe. Y me ha parecido imprescindible. El principio de Peter, que dice más o menos que todo empleado tiende a ascender hasta llegar a su nivel del incompetencia. Totalmente de acuerdo.




sábado, 28 de noviembre de 2015

Cómo defender a un asesino

El año pasado vi la primera temporada de esta serie de Shonda Rhimes, que me parece lo mas loco y sin sentido que ha hecho hasta ahora. Y eso que con Scandal había dejado el listón muy alto...



La historia parte de una afamada abogada y profesora de derecho, Annalise Keating,  que escoge entre sus alumnos, como ejercicio de clase, a los que mas destacan para que compitan entre ellos y le ayuden a la vez en sus casos.

El despropósito llega cuando vemos que trabajan todos en la casa de la abogada, donde entran y salen sin más los estudiantes, sus parejas, su marido mujeriego, su amante, los dos ayudantes raros de Annalise,los clientes...



La forma de contar la historia tampoco deja indiferente a nadie, porque cada capítulo empieza y termina con unos retazos de algo que sucederá en el futuro, trozos que no parecen tener sentido, de los que vamos conociendo cada día más datos, y que apuntan todos a un asesinato.

Pues bien, una vez terminada la primera temporada, y echada por tierra cualquier esperanza de verosimilitud, se atreven con una segunda. Y yo voy, y la veo.



Y resulta que es aún más loca que la primera. Los personajes actúan como les da la gana en cada momento sin seguir una línea ni recta ni curva ni de ningún manera. Pero, como les funcionó la primera vez, han vuelto a la carga con los saltos temporales al futuro, un futuro en el que la protagonista principal aparece muerta, o, cuando menos, agonizante. Y, claro, estoy enganchada.



Y, encima, para acabar de rizar el rizo, se inventan lo que ahora llaman midseason finale, o winter finale, para dejarnos en ascuas a mitad de la temporada, ante el parón por las fiestas navideñas.

Así que estamos en medio de ninguna parte, sin saber muy bien si seguir con este despropósito o pasar a otra cosa, pero deseando que vuelvan para saber qué ha pasado.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Etiquetas (2)

Hace unos días os escribía sobre etiquetas, relacionándolo con un alumno que había venido nuevo al centro, con un diagnóstico hecho en segundo de infantil y nunca más revisado.



A raíz de aquello, Bienve me comentó que a veces nos tranquilizan las etiquetas, en todos los ámbitos, pero especialmente relacionándolas con nuestros hijos. Eso hace que descarguemos en cierta manera la responsabilidad que tenemos como padres en esa etiqueta que les han puesto. Y estoy absolutamente de acuerdo.



Os pongo un ejemplo: la mayor parte de los alumnos que tenemos diagnosticados con TDAH son alumnos conflictivos (a veces en muy baja escala, pero como mínimo molestos en clase). ¿O tal vez son conflictivos y por eso se les termina diagnosticando con ese trastorno?

Porque ocurre algo: mi hijo se porta mal, es muy movido, me contesta mal, es maleducado, y yo le llevo al médico y me dicen que tiene este trastorno y entonces pienso: "ah, claro, es maleducado, se porta mal, contesta a sus profesores, no obedece a nadie, pero no es culpa mía, no es que yo le haya educado mal, sino que tiene X, y es por eso por lo que es como es".



Ese planteamiento es equivocado. Totalmente equivocado. Si tu hijo es más nervioso de lo normal, si es más impulsivo, si tiene una personalidad rebelde, si tiene TDAH, o lo que sea, entonces como padres tendremos que trabajar más con ese niño para que modere sus impulsos, para que aprenda a relajarse, para que encuentre vías de escape a su personalidad, y costará más, pero es nuestro trabajo.

Porque esos hijos perfectos que podemos tener en mente cuando son solo un proyecto, esos que son todo lo que querríamos: los más guapos, los más listos, los más estudiosos, trabajadores, obedientes, educados... esos no son reales. Los hijos reales son los que vienen con su carácter, esos que se ponen nerviosos por cualquier cosa, tienen miedo a los animales, lloran a menudo, se muestran rebeldes, no nos lo cuentan todo...



Cuando, cada vez más a menudo, viene una madre (suelen venir ellas) y me trae en la mano un diagnóstico, su rostro suele mostrar alivio, es para muchas personas como decir: no es mi culpa. Y se equivocan.

Sabéis que, exista o no, yo tengo a mi niño pequeño con, no uno, sino dos diagnósticos de TDA, desde que apenas había cumplido los seis años. En casa nos lo tomamos de la siguiente manera: mi hijo es así, es un rasgo de su carácter, de su personalidad, y hay que trabajarlo, enseñarle a él a vivir con ello, de forma que sepa que se despista mucho y por qué, pero dándole métodos, herramientas, para que él trate de evitarlo.

Todos tenemos unas virtudes y unos defectos. A veces venimos así de fábrica, pero debemos intentar que eso no nos impida llevar la vida que queremos. Si eso significa que yo tengo que pasarme las tardes estudiando con él, lo haré, si tengo que tenerlo muy vigilado para que apunte sus cosas, no se olvide nada, cumpla con sus tareas cada día, también lo haré. Si tengo que frenar sus impulsos y levantarme por las noches cuando no duerme bien por los nervios, si tengo que consolar sus llantos algunas mañanas cuando se levanta y no quiere ir al colegio, si tengo que intentar que todo esto no mine su autoestima, por supuesto que voy a hacerlo.


Y sobre todo, por encima de todas las cosas, nada, ningún diagnóstico, ninguna etiqueta, es justificación de nada. Si tu hijo se porta mal, tú, como su madre o padre, tendrás que tomar medidas al respecto, desde pequeño. No vale quedarnos con el nombre de lo que tiene mi hijo y soltarlo cada vez que alguien nos diga que no le va bien en los estudios, que no se comporta correctamente o que ha hecho algo mal. Una etiqueta no es la excusa. Porque tu hijo está en este mundo, y tendrá que aprender a valerse en él como los demás, así que tendrás que enseñarle a eso, a ser independiente, a trabajar, más si es necesario, para poder llevar una vida feliz y también, y esto es importante, para hacer felices a las personas que le rodean.

jueves, 26 de noviembre de 2015

La cocina: estado de la cuestión

Esta semana venían a ponernos por fin la cocina. Llevo semanas recogiendo, con cajas por todas partes y organizando la terraza para que por fin llegara la fecha de cambiar de cocina.



Pues bien, el jueves pasado, cuando ya se cumplía el plazo que nos habían dado, nos llaman diciendo que... bueno... en fin... que llevan algo de retraso. Y que tal como están las cosas, que nos tocaría que nos pusieran la cocina justo en los días de las vacaciones de Navidad, así que mejor después.

Les dije que en Navidad me venía bien, que estoy en casa y así puedo echar una mano y limpiar... pero insistió en que no, que vienen a ponerla el día 7 de enero, es decir, mes y medio después del plazo que nos dieron.



Muy mal.

Muy mal porque no teníamos prisa, porque no pedimos que nos la trajeron pronto ni nada, porque fueron ellos los que nos dijeron la fecha, y ahora nos llaman para decirnos que se van a retrasar no un par de semanas, sino más de un mes.


Teníamos en la cocina una alacena de Ikea que nos servía de almacenamiento y en la que habíamos llegado a acumular todo lo que se puede en unos pocos metros. Pues se la dimos a un sobrino, y despejamos el rincón hace una semana, para ir quitando cosas del medio.



Tengo el lavavajillas que ya ha dicho que no funciona más, y no había llamado al técnico, ni lo haré, porque iba a venir la cocina nueva, con su lavavajillas nuevo, pero resulta que vamos a pasar el próximo mes y pico, incluidas navidades, sin lavavajillas, y odio fregar.

Así estamos, con cajas por la cocina, todo revuelto, y un montón de cosas en el trastero.

Otra de esas pequeñas cosas, nada grave, pero que me están haciendo la vida más difícil últimamente.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Revival

Hacía muchos años que no leía a Stephen King.

Había releído alguna historia suya, sobre todo en clase, pero hace años me cansé de sus novelas, sobre todo cuando dejó el terror y empezó a escribir unos thriller psicológicos que a mí no me gustaban tanto.

Pero cuando leí sobre la publicación de esta novela, me decidí a leerla, a regresar a él, que siempre, siempre, consigue que me enganche a lo que escribe.



Título: Revival.
Autor: Stephen King.
Editorial: Plaza y Janés.

Jamie es un niño de seis años cuando conoce al Pastor Jacobs. A partir de ese momento, se irán reencontrando en distintos momentos de su vida. Pero no es de eso de lo que trata Revival. Este libro trata de fuerzas ocultas, de lo que no comprendemos. Y con esto creo que el señor King ha vuelto de alguna manera a sus orígenes.

Revival no es una historia de terror. No, pero sí tiene algunos planteamientos y algunas obsesiones de su autor a lo largo de los años, como el tema de volver del más allá.



Me ha gustado. Ha sido un poco como volver a casa, reconocer los giros de siempre, las formas de contar, esa prosa tan efectiva. Me ha parecido el señor King sigue teniendo la misma fuerza de siempre, esa que hacía que devorara sus novelas una tras otra, durante años. Pero no me ha parecido una historia original y, sobre todo, no me ha gustado el final.

Siempre me he resistido a aquellos que decían que este escritor  no sabe terminar sus novelas, que siempre lo hace de mala manera, pero en este caso aciertan. El final es bastante malo.

martes, 24 de noviembre de 2015

Sin fiesta

Hace unos días, mi peque cumplió diez años.



Una década ya. El tiempo pasa volando, y quise que, de alguna forma, esta celebración fuera especial. Le pregunté qué quería, y él me pidió que invitara a varios niños a merendar a casa ese día.

Esos niños son hijos de nuestros amigos, ajenos a su colegio y a todo lo que para mi chico significa, que es siempre negativo.

Vinieron, lo celebramos en casa, hice su comida favorita (fajitas mexicanas de pollo) y pasamos un día muy bueno, con tarta, regalos y todo lo que se hace en un cumpleaños.



Además, estuvimos hablando largo y tendido en esos días sobre lo que significaban los diez años, lo que ha cambiado, lo que ha madurado y, como cada año, le conté su nacimiento paso a paso, algo que le encanta oír, una y otra vez, sobre todo la parte en la que se niega a salir por su sitio y a su mamá le tienen que hacer un corte en la barriga para poder sacarlo. Le hace sentirse especial, a pesar de lo mal que lo pasó su madre.

Quedamos en celebrarlo finalmente con sus compañeros del colegio un fin de semana después.



Le pedí que me hiciera una lista de no más de diez o doce personas. Y ahí empezaron los problemas, porque, afrontémoslo, no tiene amigos. Sí, es duro decirlo así, pero lo cierto es que mi hijo no tiene amigos. Y cada vez que le preguntaba, la lista variaba muchísimo, de un día para otro, y dependiendo de con quién hubiera jugado ese día.



Por fin me decidí, acoté la lista y envié mensajes a las madres. Las de los niños (la mitad de los invitados) me contestaron inmediatamente, todas que sí. Lo cierto es que la mayoría son amistades mías (las madres) y no del niño (sus hijos). Y de las madres de niñas solo me contestaron dos. No sé si no sabían qué hacer, porque aquí son mucho de "los niños por un lado y las niñas por otro", total, que he pasado una semana esperando unos mensajes que no llegaban, unas llamadas diciendo si iban a venir o no, sabiendo que eran muy pocos para celebrarlo y realmente algunas de esas niñas, especialmente tres de ellas, son lo único que mi hijo puede considerar "amigos" en el colegio.



He llorado mucho, muchísimo, durante toda la semana, a solas, en el baño, por la noche en la cama, me he desesperado y, finalmente, me desinflé.  No me apetecía, no me merecía la pena pasarlo mal por este motivo, ni los nervios, ni el disgusto, para una fiesta que realmente no le hacía gran ilusión al niño. Y llamé a todas, incluyendo las que no se habían dignado en contestarme, cancelando el cumpleaños.

Finalmente, le pregunté al peque:

- Oye, te apetece que el sábado vayamos al cine tú y yo a ver un maratón de Sinsajo 1 y Sinsajo 2?

- ¿En serio? ¿Las dos pelis en el cine? ¿seguidas?

- Claro.

- Sí. Sí, Sí. Gracias, mami.

Y después de un rato me pregunta:

- Pero... ¿el sábado no íbamos a celebrar mi cumple?

- Bah, ¿lo dejamos para otro rato, o lo que sea?

- Vale, mejor, porque prefiero lo del cine.

Pues eso, que he pasado una semana horrible, y él ni siquiera lo ha pensado.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Pueblos y ciudades

En los últimos años he venido observando algo que me resulta muy curioso. Bueno, "curioso" tal vez no sea la palabra.



Parece mentira que yo sea de pueblo, que haya vivido en uno durante dieciocho años, y no me haya dado cuenta de una de las ventajas de vivir en él: cuando las cosas van mal, siempre estás más arropado en un pueblo. También es cierto que eres juzgado y etiquetado mucho más que en ningún otro sitio, pero siempre estarás más cuidado.

Ya, parece que me he caído del guindo, pero es algo que doy vueltas últimamente, con alumnos a los que las cosas van mal, cuyos padres los han dejado tirados, no tienen familia directa...



Antes tenía esos casos en la ciudad y eran niños de centro de acogida, eran niños que salían adelante a duras penas.

Ahora tengo los mismos casos, incluso peores, pero esos niños están con unos tíos, unos vecinos, abuelos, tíos-abuelos, arropados en el pueblo de una forma en la que nunca me había fijado.



La zona en la que trabajo tiene muchas familias desectructuradas (cómo suena eso), supongo que como en todas partes; pero aquí se agrava por ser una zona minera en la que se ganaba mucho dinero desde muy jóvenes y sin estudios, los chicos se metían a trabajar en la mina, se veían con dinero en poco tiempo, tenían hijos muy pronto y muchas veces las cosas no salían bien. El alcohol y las drogas también han hecho estragos entre muchas de las familias, porque ese dinero, en muchas ocasiones sin conocimiento para administrarlo, no traía más que malos vicios...



En fin, que tengo alumnos que no conocen a su padre, o, peor aún, saben quien es pero nunca han hablado con él; otros cuya madre se fue un día para nunca volver, muchos que viven con abuelos porque sus madres o padres echaron a volar cuando se dieron cuenta de lo que era tener un hijo pequeño y tener ellos dieciocho o veinte años.

Y, claro, las situaciones familiares son duras.



Pero, aún así, van saliendo adelante, a duras penas, claro, pero siguen viviendo en el pueblo, con la familia, cerca de los hermanos, primos o familiares de todo tipo. Y creo que eso, en general, es bueno, a pesar de los muchos problemas que acarrea, especialmente a los abuelos, los más perjudicados en estos temas.

Y he estado pensando que los pueblos son los lugares donde es más acertado el dicho: Para educar a un niño hace falta una tribu entera. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

En esta semana (43)

Una semana más. Desde luego, este no está siendo mi trimestre, no me preguntéis por qué, hay un montón de cosas, todas pequeñitas, que se me van acumulando y que no me dejan avanzar.

Aún así, los días, las semanas, se me hacen cortos, a veces muy cortos. Llega el viernes y no he hecho casi nada de lo que me proponía.

Vayamos con un par de cosillas...

1. Lo de la mayoría de los medios de comunicación en este país es la pera. No creo que estén a la altura.



2. Cambiando de tema, y pasando a cosas más frívolas, esta semana he visto (gracias Bettie) el primer trailer de Un monstruo viene a verme. Lo peor es que queda casi un año para el estreno...





3. Los nuevos sex-symbols de Hollywood. La verdad es que algunos no son tan nuevos...


4. Una frase, de un escritor que cada día me gusta más:

Matar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es solo matar a un hombre.
Stefan Zweig

sábado, 21 de noviembre de 2015

Black Friday

Tengo un montón de cosas pendientes para el blog, de entradas sin publicar porque me faltan fotos, y fotos sin hacer porque salgo de casa de noche y estos días la luz está siendo horrible, casi inexistente.



No he pasado una buena semana, y para rematar, me llaman el viernes diciendo que la cocina va a retrasarse bastante (la esperábamos esta semana, y nos la van a poner en Navidad) y lo tengo todo a medias, cosas en cajas por todas partes... un completo desastre.

Pero vamos a pensar en positivo. Este viernes día 27 es el Black Friday, y yo no sé exactamente qué descuentos se harán ni en qué tiendas. Pero sí sé que el año pasado compré en estas fechas por primera vez algo y luego me resultó muy bien.

Sabéis que estoy recogiendo y vaciando armarios, organizando y a la vez intentando ser más consciente de lo que tengo y de lo que puedo necesitar.

Y tengo que claro que necesito un abrigo. Bueno, necesitar no es la palabra, pero a diario llevo un chaquetón que compré en Mango hace cuatro años. Está forrado de borreguito y es muy cómodo, pero estoy un poco cansada de él, así que estoy empezando a usar el abrigo que me compré el año pasado en estas fechas, que es muy apañado.


Es el que está en primer plano.

Pero necesito uno nuevo, y lo quiero gris, ya que tengo uno negro, uno que tiene mil años, pero que este año he decidido cortarlo y usarlo más. Me gusta este, también de Zara, y si hacen un 20% como el año pasado, a lo mejor cae.



 Aunque he estado mirando también un plumas, que a lo mejor es algo que termino usando más en esas tierras montañosas donde trabajo.


Mi hijo mayor necesita una cazadora también, y estoy echando un vistazo en las tiendas de ropa deportiva, pero no sé si ahí habrá descuentos.


También quiero una PS4. No para mí, pero quizá la encuentre a buen precio para Papá Noel.




viernes, 20 de noviembre de 2015

Reikiavik, de Juan Mayorga

Hace unas semanas, mi compañero de departamento me habló de esta obra, la última de Juan Mayorga. Había sacado entradas porque venía a León, y no tardé en hacer lo mismo.

Además, él es un gran lector de teatro y me animó a leer el texto antes de ir a ver al obra. Y así lo hice.



Título: Reikiavik.
Autor: Juan Mayorga.
Editorial: La uña rota.

Lo leí exactamente hace dos días, y ayer fuimos al teatro a ver la representación.

El texto me parecía difícil sobre el papel, porque los personajes son muchos otros a la vez, y la forma en que lo resuelve su director (el mismo Juan Mayorga) me pareció sobresaliente.



Además, desde el comienzo tiene, como todo lo que hace este escritor, numerosos guiños a la literatura y al teatro: metateatro. Y en esta obra eso es muy evidente.

En un parque cualquiera de una ciudad cualquiera, un joven estudiante pasea por un parque y ve una partida de ajedrez empezada. Llega Waterloo, y empieza a hablarle de ajedrez, del ajedrez y de la vida. Inmediatamente aparece Bailén, y juntos representarán ante el muchacho los entresijos del campeonato de ajedrez que tuvo lugar entre Bobby Fischer y Boris Spassky en la capital islandesa.



Pero Reikiavik es mucho más que una obra que habla de ajedrez...

Os diré que Juan Mayorga ha sido tan amable de atender a unos profes que hacen un programa de radio pequeñito en un pueblo por ahí perdido en el Bierzo, y accedió a hablar de su libro con mi compañero.




Si os interesa, podéis escucharlo aquí mismo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Dudas

A veces parece que no está bien visto dudar de las cosas.

Supongo que aún nos puede la vergüenza en muchos terrenos, y no queremos que nadie sepa que no tenemos algo demasiado claro.



Mis alumnos no preguntan dudas muy a menudo, y eso que me muestro cercana, siempre les atiendo, no me río de sus preguntas, tengo una actitud positiva y me paso la vida preguntando si tienen dudas. Aunque a veces me cuesta mucho contenerme, porque, cuando se sueltan, me preguntan cosas de cualquier tema, y cosas realmente increíbles.

Os mostraré algunas dudas de mis alumnos en estos dos meses de curso que me han dejado ojiplática, especialmente con respecto a cualquier tema histórico, del que oyen campanas y no saben de dónde les vienen, pero yo les miro sin parpadear (a veces es que, sinceramente, no puedo ni moverme) e intento aguantar el tipo:

- Oye, prooofeee, y una cosa que siempre me he preguntado... esto... las fronteras... esto, ¿están ahí, dibujadas en el suelo? quiero decir, que si tú vas a Francia ves una raya ahí... ahí cuando pasas la frontera y eso...



Claro, alguien ha pintado rayas por ahí, en los desiertos, encima de los ríos, en las montañas... para que todos sepamos dónde acaba un país y dónde empieza el otro.

- Prooofeee. ¿A quién se le ocurrió llamar sustantivos a los nombres? porque, vamos, digo yo, que si son nombres, más fácil hubiera sido llamarles nombres y ya está.



Desde luego, los lingüistas son seres complicados donde los haya.

- Si los antiguos no hablaban, los hombres primitivos esos..., ¿a quién se le ocurrió empezar a hablar? ¿Es conocido, quiero decir, se sabe su nombre?



Sí, hombre, tuvo la idea de usar el lenguaje, se le ocurrió una noche que dormía mal, y luego lo puso todo por escrito y firmó con su nombre para que no le quitaran la idea.

- ¿Y por qué la gente iba a la plaza del pueblo a escuchar a los juglares? No lo entiendo,... menudo rollo, pues yo me iría a jugar al fútbol con mis amigos.



Pues sí, si no fuera porque era una época en que tendrías que trabajar de sol a sol, y además el fútbol, por muy raro que te parezca, no existía.

- Prooofeee, prooofeeee, a ver, una pregunta,... hmmm, esto de la Edad Media que dices, o sea..., que terminó en el siglo XV, pero ellos..., los que vivían en el siglo XV ¿lo sabían?, o sea, ¿sabían que se estaba terminando la Edad Media?



Sí, claro, pusieron luces de neón y todos hicieron una cuenta atrás el día que terminó la Edad Media, gritando: ¡Adios, Edad Media, bienvenido, Renacimiento!

- Prooofeee... los de la Edad Media ¿sabían que estaban en la Edad Media? o sea, en la tele y eso salía algo que decía: Estamos en la Edad Media.



Claro, claro, ellos lo tenían muy claro, y los medios de comunicación, en especial internet, no paraban de repetirlo, que estaban en la Edad Media, y la llamaban media porque sabían que después venía la Moderna.


Y a todo esto, sin reírme, y seriamente, he tenido que contestar de manera coherente, no creáis.

(por si alguien tiene dudas, mis alumnos tienen quince años)