miércoles, 30 de abril de 2014

Patitos

Hoy me siento así, como un pato mareado.

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Pero no me digáis que no soy mono...

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Aunque lo que más me gustaría es darme un bañito relajante...

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Mejor si busco un sitio donde esté solo.

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¡¡Al agua patos!!

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Uhmmmm, qué relax...

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Pero... ¿qué ocurre?

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¿Qué hacen todos estos aquí?

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Creo que me voy a marchar...

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Y encima vienen más.



¡¡Corre!!


martes, 29 de abril de 2014

¿Por qué leo?

No sé por qué leo. Esa es la verdad. Supongo que la respuesta más sencilla es que me gusta, que disfruto más con la lectura que con muchas otras cosas.



Me he estado acordando estos días, por diversas circunstancias, de mis diez, doce, catorce años.

Cuando tenía esa edad, nada había en el mundo mejor que leer. Leía hasta que mi madre me obligaba a parar, hasta que, algunos días, me dolía la cabeza y tenía que dejarlo. Hora tras hora sin darme cuenta de nada de lo que ocurriera a mi alrededor.



Cada semana, además de los consejos de mi bibliotecaria, cogía de la biblioteca del cole dos libros (era el máximo) y otros dos de la de la parroquia. Pronto terminé con todos los que podían interesarme de esta última y tuve una fuente menos de lecturas. De allí leí mis primeros libros de Delibes, y unos cuentos ilustrados que recuerdo como si los tuviera delante.



Además, mi padre viajaba mucho. Cuando salía de viaje, le metía en el bolsillo del abrigo o del traje un par de títulos y autores, apuntados en una hoja de libreta de cuadros.

Cuando regresaba de Madrid, Mallorca, Barcelona... siempre venía con un libro para mí, comprado seguramente en una estación o en el hotel, pero yo no necesitaba más.



Cuando nos íbamos de vacaciones, llenaba una maleta de libros. Mi madre protestaba, yo también, finalmente llegábamos a un acuerdo... Después, a los cuatro días de llegar a la playa, se me habían terminado los libros y me compraban cada día uno a pie de playa. Fue entonces cuando leí a Corín Tellado, o a Ágatha Christie. No podía entender, y aún no lo entiendo, tumbarse a tomar el sol o bajo la sombrilla sin nada que hacer, no concebía la playa sin un libro.



Los reyes magos eran libros: de mi larga lista de pendientes, de autores y títulos que pasaba a mis padres, y que luego aparecían en mis zapatos. Me hacían tantísima ilusión como ahora. Intentaba dosificarlos, racionarlos, pero nunca llegué a febrero sin haberlos leído todos.

Durante los años de instituto, compartí esta afición con alguna de mis amigas. Nos intercambiábamos libros y nos recomendábamos lecturas. Fueron buenos tiempos, pero empecé entonces a notar la falta de tiempo para leer.



En la universidad leí mucho, muchísimo, pero la mayoría era obligado: la literatura inglesa con sus lecturas, la norteamericana con lo mismo, y luego, en los últimos años, todos los clásicos gracias a mi profesora de literaturas comparadas, Isabel Paraíso. Nos dio una enorme lista de libros y cada mes teníamos que presentarnos al examen oral de los que quisiéramos, pero no me nos de cien en el curso.



Fue una carrera contrarreloj, pero leí entonces a Tosltoi, a Dostoievski, Stendhal, Flaubert, Werther... no sé, se me abrió el mundo a la lectura de los clásicos de todos los tiempos y lugares.



Luego, preparar oposiciones, y entonces la lectura pasó a ser algo esporádico. Ya me pasaba el día leyendo, y por la noche no me apetecía.

Seguí estudiando y fueron viniendo los niños. El trabajo, las lecturas para el aula. Nunca he vuelto a recuperar un ritmo lector como el que tuve entre los diez y los veinte o veintitantos años. Y supongo que no lo haré del todo, pero he vuelto a leer a diario con y por placer.



lunes, 28 de abril de 2014

House of cards

Anoche, mi chico y yo terminamos la primera temporada de House of cards.



Todo el mundo hablaba muy bien de esta serie, pero a mí me daba mucha pereza, incluso empecé a ver el primer capítulo y lo dejé. ¿Política? No tenía ganas de ver más series sobre políticos.



Pero, afortunadamente, le dimos otra oportunidad.



Es una serie sobre el poder. Así sencillamente.



Y a mí me da mucho miedito. Más miedo que American Horror Story. Lo que más miedo me da es que esto se acerque a la verdadera historia americana.



Uff.

Ya os dije que ayer vimos el último capítulo de la primera temporada.



He soñado toda la noche con los personajes. Y no han sido sueños agradables...

domingo, 27 de abril de 2014

Universos paralelos

Mi peque está enganchado a El Señor de los anillos, com lo estuvo su hermano hace tiempo, pero con la tendencia a la obsesión que le caracteriza. Tenemos las tres películas y las dos de El Hobbit puestas en modo bucle todos los fines de semana. Nos sabemos los diálogos de memoria, y él conoce a todos los personajes, con su árbol genealógico. Está enganchado a todo el mundo de Tolkien. Incluso hace unos días me preguntaba si tenía los libros, para leerlos.

No creo que esté preparado para esa lectura, pero si conocéis algún tipo de novela gráfica o historia del universo Tolkien que esté bien para él, os lo agradezco.

Y yo estoy enganchada a Juego de Tronos, la serie.

Si estáis familiarizados con los personajes de estas sagas, os gustarán estas viñetas. Si no, hoy no es vuestro post.

El señor de los anillos y Juego de tronos.

















La última me encanta.

viernes, 25 de abril de 2014

Refuerzo positivo

Hace unos días mi querida Bettie hablaba de educación, y nombraba el refuerzo positivo como una de las claves para cambiar muchas cosas. Al menos yo la entendí así.

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Os voy a contar mi experiencia al respecto. Pero no como profe, como madre.

Mi hijo mayor ha sido fácil. Un niño un poco brutote cuando era muy pequeño pero que siempre se ha dejado guiar, que ha sido sencillo de convencer.

Cuando empezó a tener conciencia de lo que estaba bien y mal, si hacía algo que era peligroso para él, o que le habíamos dicho que no hiciera, le castigábamos. Lo hacíamos igual que hacían en la guardería, sentado unos minutos en una silla, a pensar sobre lo que había hecho y a expicarnos después por qué le habíamos castigado.

No hizo falta mucho trabajo, y ya digo que no ha sido complicado. Hasta ahora, que empieza la adolescencia y necesitamos un manual de instrucciones nuevo.

El pequeño. ¡Ay!, el pequeño.

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Mi hijo pequeño empezó por darse golpes con todo lo que se movía y todo lo que estaba quieto. Cuando empezaba a andar le tuvimos que comprar una chichonera. Sí, leéis bien. La llevaba en la guarde y en casa, en palabras de la pediatra "para que no termine con la cabeza deformada a fuerza de golpes". La llevó durante un año.

A partir de ahí, un niño movido, inquieto, uno de esos que si está callado tienes que echarte a temblar. Y usamos el mismo método: el castigo cuando algo no era como nosotros le estábamos enseñando. Y el pobre niño pasaba mucho tiempo castigado, en la silla, en su habitación, sin tele, sin ir al parque... No sé, todo lo que se nos ocurría.

Y las cosas no se arreglaban. No había nada que surtiera efecto para que se portara mejor. Ya iba al cole y el tercer año de infantil empezó a pegar a sus compañeros. Pegar no era algo que hubiera visto ni vivido, pero era su forma de defenderse de esos compañeros que le marginaban y nunca querían jugar con él.

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Entonces fuimos a un psicólogo. Bueno, en realidad a uno detrás de otro.

Y lo primero y más importante que aprendimos fue el refuerzo positivo. Fue mágico.

Mi psicóloga me dijo: fíjate bien: tu hijo pega a un compañero y le castiga la profesora, además, te manda una nota para que lo sepas. En el comedor come mal, le castigan sin salir al patio y cuando vas a buscarle te lo dicen. Tú llegas a casa ya desesperada y le castigas por comer mal y por haber pegado al compañero. Dos castigos por cada cosa que hace mal, y además, le das la charla (soy mucho de dar la charla, qué le vamos a hacer), una charla que por un oído le entra y por otro le sale. Su idea de sí mismo es que todo lo hace mal, y solo recibe broncas y castigos.

Me puso de deberes lo siguiente: ir a buscarle y no preguntar cómo le había ido el día(antes le abrasaba a preguntas), y tampoco decirle que se porte bien por la mañana al dejarle en el cole. Dejar que sea él quien me cuente lo que crea que tiene que contarme del colegio. Y si trae una nota decirle que no debe hacer eso más, pero no castigarle de nuevo. Decirle cada día al menos una cosa que ha hecho bien, sea la que sea.

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No sabéis lo que tuve que morderme la lengua. Y los días en que no pude cumplir del todo lo que me había dicho, pero lo intenté, y cada día era más fácil.

Qué bien te vistes tú solito. Eres un niño mayor.

Qué bien desayunas sin mancharte.

Cualquier cosa era buena para decirle lo bien que hacía las cosas. Y poco a poco no me costó ningún esfuerzo, porque mi hijo empezó a hacer cada vez más cosas bien.

Dejó de pegar, aunque alguna vez aún saca la mano a pasear, y empezó un cambio que aún continúa, que nos cuesta a todos mucho trabajo, a él el primero, claro, pero que nos da muchas satisfacciones. Y desde entonces cada día mi hijo me oye decir lo bien que hace algo, sus estudios, su comportamiento, sus habilidades para las cosas...

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En el insti me resultaba mucho más fácil hacerlo, saber ver algo positivo en cada alumno (o casi) y decírselo, animarles a mejorar, pero en casa no sabíamos cómo enfocarlo y aún estamos aprendiendo.

jueves, 24 de abril de 2014

Una tontería


Hace un tiempo vi esto por ahí, en este blog.


Me pareció una idea tan fantástica y fácil que cogí mi Moleskine (la retomé, después de meses sin hacer nada con ella) y me decidí a hacer alguna cosilla parecida.

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Así que busqué..

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 y busqué...

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y seguí buscando...

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Y encontré cosas preciosos bordadas en papel.

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Y ya me he animado a hacer alguna cosilla.

miércoles, 23 de abril de 2014

En mi lista

Hoy, día del libro, os voy a contar cuáles son los libros que pienso leer en las próximas semanas, o meses.

Soy una persona desorganizada y caótica en general, y lo soy más aún con las lecturas. Así que esta lista seguramente no se cumplirá, porque habrá un libro que se cruce en mi camino antes que muchos de estos.

Estoy leyendo este libro, recomendación de Sara M., una lectora del blog. Seguramente lo termine hoy, porque es muy cortito.



Tengo también preparado éste, pero no sé si lo leeré a continuación o esperaré un poco.


El próximo quiero que sea este libro, que me ha recomendado Amazon mil veces, dadas mis compras anteriores, y que tiene toda la pinta de que me va a gustar mucho. Ya sabéis, una de mis lecturas adolescentes. Lo tengo sobre la mesilla.


También de este estilo tengo un libro del mismo autor del libro Bajo la misma estrella: Buscando a Alaska.


Almas grises de Philippe Claudel también está en mi lista.


Además, me regalaron Tres noches de Austin Wright, y le tengo ganitas.



Y también quiero seguir con Baricco.


Sin olvidarme de volver a mi querido Paul Auster con Invisible.


Seguramente, como suele pasar, no será éste el orden de mis lecturas, pero todos estos libros están los primeros en mi lista de pendientes.

Feliz día del libro.