Bajo estas siglas se encierra el llamado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Durante los últimos años se han multiplicado los casos de niños diagnosticados con TDAH, y también con TDA, que sería el mismo trastorno sin la presencia de la hiperactividad.
Cuando empecé en esto de la enseñanza, este tema era algo de lo que teníamos escasos o nulos conocimientos y no sabíamos muy bien cómo afrontar.
Con el paso de los años, he ido viendo cómo hay un exceso de diagnóstico, un montón de chavales problemáticos, o despistados, o simplemente vagos que acaban siendo diagnosticados bajo estas siglas.
¿Qué hay de verdad en este trastorno?
En los últimos tiempos se ha podido leer de todo. Desde los que sostienen que es algo inventado por los psicólogos para sacar dinero hasta los que creen que todo niño con síntomas debe ser medicado.
Yo hace años que lo tengo (o lo tenía, no sé) claro.
Hay muchos niños, adolescentes, que han sido diagnosticados y están siendo medicados como una forma de dejar tranquilos a padres y profesores.
Tu hijo da guerra en clase, a ver si le llevas al psicólogo. Yo ya le llevo al psicólogo y le he puesto en tratamiento, nada más puedo hacer por él.
Y otros, un tanto por ciento mucho, pero mucho, menos elevado, al menos entre los alumnos a los que conozco curso tras curso, sí creo que realmente adolecen de déficit de atención. Y algunos, muchos menos aún, de hiperactividad.
Hace unos años, tuve un alumno, un buen niño, trabajador, obediente, diagnosticado y tratado desde muy pequeño. De vez en cuando tenía un día atravesado, pero ¿quién no? Empezaba la ESO y sus padres tenían miedo. En la primera evaluación nos dimos cuenta, su madre y yo, de que cuando tenía los controles o exámenes a primera hora de la mañana no solía llegar a un dos o un tres en su nota, y cuando el examen era a media mañana o a última hora pasaba del ocho, siempre.
Fue fácil ver que la medicación al principio de la jornada escolar no le había hecho efecto y no era capaz de terminar un examen, ni de hacerlo medianamente bien. Y la solución al problema también fue verdaderamente fácil.
Pero no era un niño al que solamente dieran una pastillita, sino un niño muy trabajado, con el que cada día se sentaban a hacer deberes, estudiar...
Y eso es lo que os digo que tengo más o menos claro.
Puede que sea un trastorno sobrediagnosticado, puede que, como algunos dicen, no exista como tal, pero ningún docente puede negar que existen ciertas características en algunos de nuestros alumnos, y que esos alumnos, si no son bien llevados y trabajados en casa, son alumnos perdidos desde muy pronto, y esos mismos chicos, con dedicación, esfuerzo y comprensión, con o sin medicación, y con o sin la etiqueta del TDAH, llegarán donde quieran llegar.
Ahora bien, ¿cómo cambia mi visión de esto cuando me aseguran que mi hijo tiene este trastorno?
Otro día os lo cuento.